Se viven tiempos de cambio en la casa Grimaldi. Entre nacimientos, nuevos herederos, bodas y separaciones, no hay tiempo para aburrirse en Mónaco. Y la realeza vive las buenas y malas nuevas como siempre ha sido; con mucho estilo y un poco de escándalo.
El año pasado coronó con la llegada del nuevo heredero. El príncipe Alberto, finalmente, tuvo un hijo legítimo, junto a su mujer, Charlene. De ese embarazo –que tardó tres años y medio en llegar– dependía el futuro de la corona. La espera se vivió con nervios y la pareja se realizó tratamientos de fertilización. Hasta que en diciembre, llegaron ellos: los mellizos Gabriella y el pequeño Jacques, que, aunque es unos minutos menor que su hermana, por ser varón es el futuro sucesor de su padre, el príncipe.
A punto de cumplir un año, los principitos ya son tratados como los reyes de la familia y fueron presentados a la altura en la celebración más importante del principado de Mónaco, el Día Nacional. Como indica la tradición, el balcón del Palacio Principesco, fiel reflejo de las alegrías y las tristezas de la familia Grimaldi, se convierte en el foco de atención. Desde este “mirador”, en el que aparecieron Raniero y Grace en su primera Fiesta Nacional como marido y mujer en 1956, se han ido asomando a lo largo de los años tres generaciones más.
En esta ocasión, se trató de una ceremonia aún más importante para la historia real, porque contaban con la presencia de los pequeños soberanos. Gabriella y Jacques se llevaron todas las miradas y, cuando Alberto se quedó solo con su heredero, la banda real tocó la Marcha del príncipe Jacques en su honor.
Pero además de la presencia de los mellizos, hubo algunas sorpresas más. Beatrice Borromeo, la reciente esposa de Pierre Casiraghi, el hermano que le sigue a Charlotte, hizo su debut. Borromeo es una italiana con sangre azul que se ha convertido en una referente del nuevo glamour de Mónaco. En su primer paso por el balcón, dejó claro que es la nueva it girl de la aristocracia, con un conjunto bicolor, negro y rosa, que lució con unos pendientes de emperatriz, regalo de Carolina por su boda. El buen gusto y la elegancia le vienen de familia. Su abuela es la condesa Marta Marzotto, una reputada aristócrata que ha trabajado de estilista y es propietaria de los grandes almacenes italianos La Rinascente, así como para firmas como Valentino. La mujer de Pierre estudió periodismo y colabora con medios como Newsweek.
Y así, todas las mujeres de Mónaco transformaron la casa real en un desfile de modas. La princesa Charlene se atrevió a volver el tiempo atrás con un look años 20. Carolina, fiel a Chanel, se decidió por un abrigo de tweed gris, y la princesa Estefanía llamó la atención de rojo y negro. Charlotte –en medio de una separación del padre de su hijo, el cómico francés Gad Elmaleh– brilló en rosa, y la princesa Alejandra, la más joven y también la más sobria, de negro.
Quienes estuvieron ausentes fueron Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, que junto a su hijo Sacha fueron los protagonistas el año pasado. En abril de este año tuvieron a India, su segunda hija.