Su semblante delata la incomodidad que le genera la exposición. Sin embargo, una vez transcurrido el momento de la foto de rigor se suelta y se dispone a disfrutar del cóctel. Siempre pegada a su novio, Salvatore Pita, y vestida con un estampado colorido, –quizás para contrarrestar su actitud frente al extraño–, Florencia Macri reapareció en la escena social.
El evento elegido fue la inauguración del Roof Bar en la terraza del piso 11 del Hotel Alvear. Sin muchos fotógrafos ni gente desconocida, y con la promesa de que no iban a molestarla, Florencia no vio por qué declinar la invitación.
Francisco Tinelli, Mike Amigorena, Polito Pieres, el ministro Guillermo Dietrich, Laura Laprida, Nacho Lecouna y Amalita Amoedo fueron algunos de los partícipes famosos del lanzamiento de ese espacio en Recoleta. Y entre todos ellos se la vio a ella disfrutar de la música del Saúl Sacca, a apenas diez días de que trascendiera en la revista Noticias una situación personal que la habría llevado a estar internada en la Clínica Avril. Según dicha publicación, la hermana menor del Presidente sufriría un cuadro de depresión con el agravante del consumo de drogas y alcohol. Incluso se habló de un brote psicótico.
No obstante, el jueves último Florencia se mostró de buen ánimo y se movió con gran naturalidad. Sólo se la vio incómoda cuando percibía alguna mirada sostenida hacia ella. Aunque no se separó del lado de su pareja, Salvatore Pica, a quien la familia de la joven –siempre atenta a la menor del clan– ve como un gran sostén.
Pica es un empresario italiano, oriundo de la isla de Cerdeña, que dejó su país y su trabajo para acompañarla. Y a quien tanto ella como su familia ven como un bálsamo. Razón por la cual Franco Macri le dio en un primer momento (hace dos años, cuando empezaron su relación) un cargo en Framac SA, y luego lo puso en el directorio de Flourent SA, ambas de su conglomerado, con tal de que se quedara en el país. Y hasta ahora parece haberlo logrado.
De hecho, el fin de semana anterior a la fiesta en el Alvear, el jempresario subió una foto en una red social en la que se lo ve junto a Florencia tomando mate, ambos muy relajados, en un campo; todo indicaría que es el que su padre tiene en General Villegas. Una postal de una vida sana, espiritual y tranquila que Florencia comenzó a transitar desde hace un tiempo largo con la ayuda de la Escuela de Artes y Ciencias del Cambio, en la que desarrollan una disciplina oriental que combina la meditación con artes marciales.
Hasta allí llegan personas que “están en la búsqueda de la armonía”, indica una persona que asiste a esa escuela. Allí “uno encuentra contención y se logran cambios tanto mentales como físicos, con los efectos beneficiosos para la salud que otorga la medicina china. Uno llega y es asesorado por un maestro que te orienta en cuanto a qué disciplina te será más beneficiosa. Si uno está desbordado y llega con un cuadro de depresión, lo más probable es que se le indique un trabajo hacia dentro, introspectivo, como cursos de respiración, por ejemplo, para luego ir avanzando y ganando seguridad con cursos de tai chi o guías de energía. Esto es una filosofía de vida que sirve para batallar cualquier trastorno”, explica quien se ha cruzado varias veces con Florencia. La menor del clan asiste allí con Salvatore, y participan juntos de varios cursos y clases en busca de armonía y equilibrio.