PROTAGONISTAS
la segunda fiesta de bodas

Florencia Peña le dio un toque de formalidad a su pareja ‘modelo poliamor’

Con una segunda celebración, la actriz le puso un sello civil a la relación que desde 2013 armó con Ramiro Ponce de León. Una primera fiesta en Salta, donde hubo jueza de paz y libreta; la segunda en Benavídez, con cuatrocientos invitados y una puesta en escena donde la única formalidad era el vestido blanco de la novia. Shows en vivo y mucha diversión.

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Florencia Peña y Ramiro Ponce de León. | Ernesto Pagés

Dos festejos con catorce días de diferencia uno de otro, y además ambos realizados a una distancia de casi mil quinientos kilómetros. Entre una celebración y otra, hubo luna de miel en un escenario bucólico como son las playas de Tulum, en México. Esos fueron los capítulos que protagonizaron Florencia Peña y Ramiro Ponce de León para sellar de manera formal un romance que comenzó hace nueve años. 

La boda civil con fiesta incluida –la primera de las dos– fue el 19 de noviembre en Cafayate (Salta) para unos 170 invitados y familiares de Ramiro –salteño de nacimiento–; la segunda comenzó avanzada la noche del viernes 2 de diciembre y se prolongó hasta la madrugada de ayer, sábado. Esta vez fue en Benavídez (provincia de Buenos Aires) y para unos cuatrocientos invitados; algunos incluso hicieron doblete y viajaron de Salta a Buenos Aires. 

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Avance y boda. Así fue la consagración civil y social de Florencia Peña y Ramiro Ponce de León, el abogado salteño con quien la actriz inició una historia de amor en 2013. Con él tuvo a su tercer hijo, Felipe –de hoy 5 años–, un hecho que hizo que Ramiro se olvidara de su decisión de no hacer de la paternidad parte de su vida. Al menos, no era su plan personal hasta que conoció a la actriz. Ese primer encuentro se dio precisamente, en el casamiento del propio hermano de Ramiro, con una de las mejores amigas de Florencia Peña. Y en Salta. “Te acercaste, me preguntaste si quería un daikiri, me ofreciste uno y no volviste más. A lo cual que ‘si quiero la luna me la bajo’, fui yo a buscarlo y le traje un daiquiri a él”, recordó en una entrevista la actriz sobre el día que se conocieron. Para ella, ese comportamiento de Ramiro define su parte salteña. Con ironía, le decía en esa entrevista conjunta: “Es lento pero me ninguneó y funcionó”.

Y eso parece. Más allá de las dos fiestas de casamiento mencionadas, la luna de miel, la paternidad –de él– a los 43 años y la familia ensamblada con una actriz de muy alto perfil –“y muchos haters”, como ella bromea–, hicieron del poliamor una característica de la pareja, otro aspecto más que la propia Florencia Peña no niega cada vez que la consultan. Incluso hasta relató qué punto de realización de ese concepto tienen y experimentan cuando viajan al exterior y, sobre todo ella, ya no tiene el traje de persona famosa.

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Diversión y cuidado. La celebración de lo que fue la segunda fiesta se hizo por la noche. La de Salta fue pensada para tener el marco de un atardecer norteño pero los albores de una tormenta que se dio al día siguiente le dieron otra luz que igualmente, como dicen los que se dedican a la imagen, es la mejor porque no hace sombra alguna en los rostros y la fotografía es superior.  

En ambas fiestas, Florencia Peña delegó en Claudia Villafañe y su socia en Plan B, la organización de todo. Hasta de los shows de El Polaco y de Rodrigo Tapari. Tanto Florencia como su marido querían que fuera una fiesta para que todos se divirtieran, Ambiente relajado, sin espacios asignados ni formalidad alguna. Sí habían armado un “código de cuidado”, cuando veían que alguno estaba con burbujas en exceso, hacían que alguien le acercara una botella de agua.