¿Es o no es? La pregunta sobrevoló más de una vez las calles céntricas de Montevideo. Keanu Reeves sorprendió a más de un transeúnte que lo reconoció en una de las tantas salidas que el actor realizó en el país vecino. En Hollywood, Reeves esta considerado como uno de los actores más reos, con una impronta descontracturada, alejada de todo divismo. Un poco ésta –su forma de ser– y otro poco tal vez haciendo gala del "disfraz" de tipo común propio de aquellas estrellas de Hollywood que quieren pasar desapercibidas, el actor no se privó de nada durante su estadía en Uruguay.
La excusa de esta primera vista tuvo que ver con el casamiento de Carl Rinsch, el director del film 47 Ronin, donde el propio Reeves es protagonista.
Llegó el pasado lunes a Montevideo en el vuelo LA 900 de American Airlines, después de haber hecho escala en Santiago de Chile. Luego de hospedarse en el Hotel Sofitel Montevideo Casino Carrasco –lo hizo con otro nombre y pidiendo la mayor reserva posible–, el protagonista de Matrix salió a pasear por Arocena, una calle céntrica de Montevideo. Sin custodia a la vista, Keanu lució una barba de varios días, sombrero con vicera –estilo Che Guevera– y ropa holgada. Intentó pasar inadvertido pero no pudo. “Nunca había estado aquí. Ahora caminé por los alrededores y me parece un lugar agradable. Acabo de llegar pero la gente que he cruzado parece muy cálida. Todavía no sé qué más haré. Me gustaría ir a Punta del Este... ¡quiero ver qué me recomiendan para hacer!”, comentó al diario El País.
Relajado, Reeves caminó sin guardaespaldas, pero siempre acompañado de una mujer que lo siguió a todos lados. Por la noche fue a cenar al restó García, donde degustó un rack de cordero premium con ensalada de verdes y bebió un vino Montevideo de Bodegas Bouza. También trascendió que realizó compras en Carrasco y visitó algunas tiendas de ropa.
Inquieto. A bordo de un Mercedes negro de vidirios polarizados, con el que se movió a todos lados, el actor viajó el martes a conocer José Ignacio. Allí visitó el Haras Godiba, donde disfrutó de una cabalgata de una hora y media por unas playas alejadas del lugar. “Es un tipo amable, de perfil bajo. Lo único que pidió fue privacidad y que no hubiera periodistas”, contó a PERFIL Paulina Morales, dueña del lugar. Sobre el mediodía, lo estaban esperando en el conocido restó La Huella pero, ante la concurrente presencia de fotógrafos que allí lo esperaban, decidió seguir de largo hasta Punta del Este. Allí, el actor volvió a causar revuelo cuando fue descubierto caminando por la avenida Gorlero, una calle céntrica de la zona más tradicional de la Punta, donde paró a comprar algo para comer en Il Mondo della Pizza. Con lentes oscuros a pesar del día lluvioso y el mismo estilo de ropa holgada, Reeves firmó algunos autógrafos y se metió en su auto para disfrutar de su almuerzo tardío.
El miércoles, Keanu se dio otro gusto: visitó un local de Montevideo de Harley Davidson, en el barrio de Pocitos, y según trascendió se llevó una de las motos. "Nos preguntó hacia dónde le recomendábamos ir. Le dijimos que fuera hacia Minas, Colonia o Carmelo", contaron los dueños del local.
El jueves se llevó a cabo la ceremonia civil del casamiento de Rinsch y la modelo uruguaya Gabriela Rosés Bentancor en la bodega Joanicó, aunque no se sabe a ciencia cierta si Reeves concurrió. Hoy será el momento de la ceremonia religiosa en la Iglesia de Las Carmelitas, un clásico templo de estilo gótico de Montevideo. La fiesta será en la chacra La Hacienda. Serán las últimas horas de Reeves en Uruguay ya que el domingo emprenderá el regreso a su país.
Los anfitriones: un director de cine y su novia uruguaya
Carl Rinsch, director de 47 Ronin, eligió la tierra de su prometida para casarse. Se trata de Gabriela Rosés Betancor, una bella modelo y diseñadora uruguaya que comenzó su carrera a los 15 años, cuando decidió mandar fotos a algunas agencias de Santana do Livramento, al sur de Brasil, donde vivía en ese momento. Rosés trabajó en Porto Alegre para la agencia Ford y a los 17 años se fue a Montevideo, donde se anotó en Valentino, la agencia que aún la representa. De ahí en más, comenzó su carrera formal como modelo y al mismo tiempo estudió diseño de indumentaria, convirtiéndose en una reconocida diseñadora.
Reeves y Rinsch se conocen desde hace varios años. Sin embargo, se hicieron amigos luego de trabajar juntosen 47 Ronin, en la cual Reeves interpreta a un samurái que decide vengar la muerte de su amo. “Es una gran persona y muy talentoso. Tiene mucho alcance: desde productor hasta director, también como actor de la industria. Son algunas de las razones por las que fue emocionante trabajar con él”, explicó Rinsch al diario El País. Reeves también habló sobre su papel en 47 Ronin, que le exigió ponerse en la piel de un samurái que, junto a su grupo, es desterrado. “Ese mundo me atrajo y también el hecho de que se tratara de una historia con la que muchas personas pueden sentirse identificadas. Kai (su personaje) hace todo lo posible por ser aceptado al tiempo que conserva su identidad e individualidad”, explicó.
En los días previos a la boda, Rinsch aprovechó también para dirigir el rodaje de un corto publicitario de una reconocida marca de autos. Hoy dará el sí con Rosés.