Los reyes de Holanda estuvieron de gira oficial por Dinamarca y Alemania. Como suele suceder cada vez que viaja, Máxima Zorreguieta deslumbra, y lo hace no sólo con su estilo, sino con esa actitud simple y espontánea que tanto destacaron los medios desde que se incorpor’o a la corona holandesa.
El miércoles, llegó a las tierras danesas acompañada de su marido, el rey Guillermo. El primer acto fue la gala que se celebró en el Christiansborg Palace, donde acudió con un vestido azul Klein de Jan Taminiau, el mismo que estrenó el día de su proclamación como reina. Radiante, lució la insignia de la Orden del Elefante, la más alta distinción danesa, que le hizo entrega la reina Margarita a su llegada al aeropuerto.
Otra de las actividades fue la excursión a la isla de Samsoe. Para la ocasión, donde estuvo en compañía de los herederos del trono danés, la princesa Mery y el príncipe Federico, Máxima volvió a hacer un guiño a la moda danesa: llevó un abrigo camel ajustado, combinado con guantes y sombrero marrón. El jueves por la noche, y para despedir la visita de Dinamarca, Máxima y Mery acompañaron a sus respectivos maridos al Black Diamond de Copenhague para una actuación de danza moderna. Allí, la argentina eligió un vestido largo naranja oscuro del diseñador danés Claes Iversen. Alemania fue el destino siguiente, más precisamente Luebek. Allí,ella apostó por un vestido bicolor de Natan. Pero sin dudas, el momento donde se llevó todas las miradas fue en Hamburgo, la escala siguiente. La reina impactó con un vestido rojo, guantes y turbante a tono. La presencia de un eclipse hizo que tanto ella como Guillermo tuvieran que ponerse unos lentes para proteger la vista. En la última escala de la gira, de jeans, tacos altos y rodillo en mano pintó la pared de un gimnasio alemán.