La corona holandesa y, sobre todo, la reina Máxima sumaron muchas disputas con el Estado holandés en las últimas semanas. A los gastos excesivos y financiados con dinero público para reacondicionar el castillo donde se mudaron se suma una investigación realizada por el portal argentino El cohete a la Luna donde se reveló que su estancia Pilpilcura –cuyo predio es de tres mil hectáreas y se ofrece como hotel de cinco cuartos, no estaría declarada legalmente.
Los terrenos están ubicados a las afueras de Bariloche y la hostería está gerenciada por María Marta Cerruti Carricat, tía y madrina de Máxima. Al no aparecer en los registros públicos no paga los impuestos y por eso se la investiga por evasión fiscal.
Al darse a conocer la información dos partidos políticos holandeses pidieron explicaciones al respecto. La demanda la encabezó la diputada Attje Kuiken, del Partido Laborista. “Vemos que las personas más ricas del mundo intentan de todas las formas posibles contribuir lo menos posible a nuestra sociedad. Nuestra familia real no debería ser como ellos, sino dar un buen ejemplo. Quiero una aclaración inmediata del primer ministro sobre lo que está pasando”, manifestó la legisladora. Como respuesta a su pedido la familia real emitió un comunicado a través de su vocero. “La reina Máxima de Holanda respeta escrupulosamente las leyes y regulaciones tributarias vigentes en Argentina”, señalaron y explicaron que tiene todo en regla. Sin embargo, el mensaje no aclaró las dudas de los partidos demandantes y decidieron comenzar una investigación para aclarar la situación.
En busca de cash. Mientras tanto, Máxima no deja que la denuncia por evasión fiscal modifique su agenda oficial. A la reina se la pudo ver en el museo Schunk para inaugurar una exposición sobre Basquiat. Si bien estuvo sonriente y participó de una actividad organizada por la institución, desde los museos nacionales holandeses volvieron a criticar a la Corona que ella represanta por la subasta de obras de Rubens que pertenecían a la familia real.
Polémica por una denuncia contra la reina Máxima por supuesta evasión de impuestos
Según los datos de la casa de remates Sotheby’s, la corona holandesa hizo buena caja con los bienes. La pieza principal, un dibujo de Peter Paul Rubens, salió con un piso de US$ 3 millones y no esperaban obtener más que esa suma. Sin embargo, un coleccionista privado, cuyo nombre no fue dado a conocer, lo compró por más de US$ 8 millones y se convirtió en un récord mundial por una obra de ese artista. Además se vendió una obra de Rafael por casi un millón y otras diez por menor precio pero que aumentaron la cifra final.
Así la Corona obtuvo ganancias superiores a las esperadas pero también recibió más críticas de distintos sectores sociales en Holanda. Directivos de todos los museos nacionales manifestaron su enojo porque creen que las obras deberían haber sido donadas al Estado y no ser subastadas. Según explicaron, las obras no están dentro del patrimonio cultural del país pero de todas formas en estos casos hay una regla donde primero se ofrecen a estas entidades para ver si pueden comprarlas para luego exhibirlas en museos.
Desde su perspectiva la familia real no necesita el dinero de la subasta y las vendió sin darles la posibilidad de adquirirlas. Sjarel Ex, director del Boymans van Beuningen de Rotterdam, calificó la actitud como desleal y dio varias entrevistas críticas al respecto. Así terminó una semana donde los cuestionamientos pusieron en segundo plano la primera aparición pública como futura reina de Amalia, la hija mayor de Máxima.