La fórmula es ya un clásico en este proyecto que desde poco más de cinco décadas produce año a año esta firma italiana. Los nombres famosos están delante y detrás de la cámara fotográfica.
Para el calendario 2017, el grupo más numeroso lo integraron, entre otras, Penélope Cruz, Nicole Kidman, Uma Thurman, Kate Winslet, Julianne Moore y Helen Mirren.
Del otro lado, Peter Lindbergh, el fotógrafo que no sólo por tercera vez produce imágenes para el calendario Pirelli; también es uno de los responsables de definir la estética fotográfica de la moda mundial en los años 80 y 90. Sus campañas para Giorgio Armani o Jil Sander son ejemplos y no hubo supermodelo –cuando esa denominación tenía otro peso mediático y había más de una mujer que mereciera esa categorización– que no fuera fotografiada por él. Por eso, en la pocas entrevistas que ofrecieron algunas de las famosas que posaron para el calendario coincidieron en que se entregaron con confianza a lo que Lindbergh y su equipo demandaban en cada toma.
Sólo al natural. Hace tiempo que la desnudez del cuerpo humano no genera la sorpresa que hoy en día ya parece prehistórica. Al menos en la mayor parte del mundo. La inmediatez y facilidad con la que se consiguen imágenes a través de internet convierten al desnudo en una oferta accesible. Por eso, Lindbergh esta vez eligió no desnudar a sus hiperfamosas modelos como sí lo hizo en una ocasión anterior. Y este fotógrafo alemán tiene un motivo para no hacerlo. “La idea actual de belleza es un completo desastre; es realmente horrible”, explica Lindbergh. “Para el calendario que hice en 2002, fotografié modelos desnudas y ya entonces pensaba que era algo aburrido. El talento es mucho más importante que algunas bellas partes del cuerpo humano.
Y por otro lado, este fotógrafo es uno de los que se manifiesta en contra de otro tópico de esta época digital: la obsesión por el excesivo retoque de las imágenes para crear una belleza que termina no siendo natural ni, sobre todo, verdadera. Y de esa tentación también se cuidó en las fotos que tomó. “La idea del calendario es mostrar de dónde emana la verdadera belleza y no de lo que se trata de imponer como ideal de belleza a la gente”, explicó Lindbergh.
Con algunas de las divas que esta vez integran el anuario, es difícil imaginar que hayan accedido a un único y sobrio retoque digital de sus rostros. Eso es lo único que varias de ellas dejan al descubierto en la única foto que se editará. Quizá Lindbergh las convenció, o quizá él cedió.