El tema educativo sigue siendo la cuestión que atraviesa la realidad no solamente porteña sino de todo el país. Desde la cuarentena de marzo que se suspendieron las clases, en aquellos lugares donde se había iniciado, no se volvieron a retomar las clases casi en ningún lugar de la Argentina. Aún en lugares donde no hubo ni un solo contagio, como pequeñas localidades del interior que cerraron también las escuelas por orden de sus gobiernos provinciales a instancias del gobierno de la nación.
Hace un par de horas el gobierno de la Ciudad, comandado por Horacio Rodríguez Larreta decidió anunciar que las clases presenciales vuelven si o si el 17 de febrero. Rápidamente los gremios docentes porteños salieron un poco a relativizar esa posibilidad y a plantear que sin garantías sanitarias, ellos no están dispuestos a volver a las clases.
CTERA: "Si la situación epidemiológica acompaña, volveremos a las aulas"
Antes de esto, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, que no es un ferviente defensor de las clases presenciales. Ni tampoco de organizar de qué manera los chicos pueden tener clases más allá de las cuestiones digitales de la educación a distancia, que solamente beneficia a los chicos que tienen conectividad. No pasa con esa gran mitad de la población infantil que es pobre en la república Argentina.
Trotta salió a contestar una carta que había mandado el ex presidente, Mauricio Macri pidiendo el reinicio de las clases presenciales. Macri, que no hizo gran cosa como presidente durante 4 años por la escuela pública. Tampoco mucho por la escuela privada.
En estos tejes y manejes de la grieta y de los enfrentamientos entre oficialismo y oposición, sea en su cara política y también en su cara gremial, los dirigentes se siguen olvidando del más importante: la falta de educación desiguala, aún más a una sociedad argentina, que ya de por sí cuenta con niveles de fractura y de desigualdad pocas veces vistos.