El consumo de azúcares y dulces representa casi una quinta parte de la dieta diaria de los argentinos, por lo que excede en 10 por ciento la recomendación de los especialistas que aseguran que el secreto no es "prohibirlo" sino aprender a administrarlo adecuadamente.
La preocupación es mundial y obliga a pensar soluciones para el manejo de conductas alimenticias en función de la prevención de una futura pandemia de la obesidad, dijeron especialistas de varios países del mundo, durante el "Congreso Científico sobre lo Dulce y los Endulzantes", celebrado hoy en Buenos Aires.
"En la Argentina, un adulto consume un 19 por ciento de azúcares y dulces. Más de lo recomendado por los parámetros internacionales, cuyo límite máximo no debería pasar del 9 por ciento de la ingesta diaria", dijo aTélam Adelina Ordóñez, ex presidente de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND).
Según la especialista, " hay que hacer un consumo equilibrado de grasas, proteínas y azúcares, que son los tres principios nutritivos de la alimentación y tener una ingesta acorde al gasto de calorías".
"Cuando se consumen más calorías de lo que se gasta, surge la obesidad, una enfermedad que está avanzando. Esto se previene con educación desde las primeras etapas de la vida", consignó Ordoñez.
Según datos arrojados por la Encuesta Nacional de Nutrición en 2005, la Argentina no marca niveles alarmantes en el consumo de azúcares comparada con otros países del mundo, como es el caso de los Estados Unidos.
No obstante, cada vez más médicos e investigadores sostienen que es urgente la aplicación de políticas públicas destinadas a mejorar la responsable elección de alimentos por parte de las personas.
En este sentido, el Consenso Científico sobre lo dulce y los edulcorantes alcanzado en Bruselas en 2006 parte de que mantener un peso corporal saludable depende de "un manejo sensato de la energía" que proviene de todas las fuentes de alimentos y bebidas, junto a la elección de estilos de vida "inteligentes".
Ordóñez señaló que hoy el mercado ofrece productos dulces elaborados con edulcorantes, como "barritas de cereal" y "postrecitos" dietéticos que cumplen su función al evitar el sobrepeso. No obstante, "preocupa que ingerir estos productos tan seguido y entre comidas, terminen reemplazando a la fruta", dijo la especialista.
"La fruta es un alimento más nutritivo porque además de los azúcares, aporta vitaminas y minerales. Además en nuestro país, hasta hace no mucho tiempo, era también más barato que una golosina", señaló Ordóñez, quien enfatizó la necesidad de educar para una buena elección de los alimentos en vez de prohibir.
Para John Foreyt, científico y docente del Colegio de Medicina de Baylor, Houston, "nos hemos dado cuenta, y hay pruebas científicas que lo confirman, que no sirve prohibir, porque cuando se prohíbe totalmente, como en este caso, un dulce, lo que aumenta es el deseo consumirlo".
El experto señaló que la respuesta es "no quitar" ciertos alimentos de la dieta sino "disminuir" y "admninistrar" la cantidad de azúcar de la ingesta diaria, que debe contemplar cereales, carnes, lácteos, hortalizas y frutas, huevo.
Foreyt dijo que "tanto el azúcar como los edulcorantes" son positivos en la alimentación pero hay que cuidar que estén dentro de una ingesta de calorías diaria aceptable".
"Los chicos pueden consumir productos con edulcorante. No son malos y están autorizados por los organismos de control de alimentos del mundo y ayudan a evitar el sobrepeso pero hay que educar para que la dieta sea variada desde edad temprana", señaló el científico.
La Declaración del Consenso Científico elaborada por científicos de distintas disciplinas en Bruselas en junio de 2006 determinó que la aceptación de lo dulce "es innata y universal". "Los humanos buscamos constantemente alimentos dulces; y la glucosa es esencial para la vida porque es el combustible primario que el cuerpo quema en sus procesos metabólicos para generar energía", plantea la declaración.
Por ello, se planteó que mantener un peso corporal saludable depende de "un manejo sensato de la energía" que proviene de todas las fuentes de alimentos y bebidas, junto a la elección de estilos de vida "inteligentes".
Fuente: Télam