SOCIEDAD
relatan problematicas de los barrios marginales

Stand up villero: monólogos desde el Conurbano profundo

Sus referentes hacen humor con códigos propios. “La idea no es reírse de ser pobres, sino reírse para sacar la bronca”, explican.

La voz de los otros. Damián Quilici (centro), uno de los creadores del show Reíte o disparo, posa en su barrio Las Tunas, Tigre.
| Marcelo Silvestro

Primero fue la cumbia villera con bandas que relataban la vida de los habitantes más pobres de Buenos Aires y cuyas canciones llegaron a las fiestas más high. Después, con sus coreografías pegadizas, arribaron los Wachiturros y con apenas muy poco hasta hicieron gira por Europa y también surgieron varios raperos.

Muy lejos de eso, pero vinculado con el discurso del marginado, del que menos tiene, desde hace un año se viene gestando el stand up villero, que no es otra cosa que la comedia de pie, que hasta ahora se la conoció por monologueros más o menos famosos o en sótanos under, siempre con el sello de la clase media. Pero hay otra cara, la de los que hablan en primera persona sobre las dificultades de vivir en el conurbano bonaerense, con códigos y problemáticas de la zona y las carencias de quienes se sienten olvidados. Algunos, gracias al stand up, salieron o evitaron caer en las drogas o en la delincuencia.

“Yo vengo del Conurbano y siempre veo que el porteño está en estado de inseguridad, muy paranoico ¿viste? La otra vez le pregunté a uno dónde está la parada del 60 y me dijo: ‘Tomá la billetera y no me hagas nada’. Es todo muy loco. Yo tenía una novia que era la Romi, que una vez le pregunté qué quería tomar y me contestó ‘Rehenes’ y ahora salgo con una piba media intelectual de capital y si le pregunto lo mismo me dice ‘tomemos la facultad’”. Dami Quilici, 33 años, referente del stand up villero, con su infaltable gorrita y la remera que retrata a Luciano Arruga (el adolescente que fue secuestrado por la Policía en Lomas del Mirador hace varios años) ya tiene más de doscientas funciones como standupero y disfruta su momento con este tipo de relatos. Se mantiene con lo que la gente le deja “a la gorra” en las seis o siete funciones que hace en la semana.
 

Damián vive en su barrio de toda la vida, Las Tunas, en el Tigre marginal pegadito a Nordelta. En esa zona humilde viven treinta mil personas, y él convive en un pequeño terreno con su mamá y otros familiares, vio caer a muchos “pibes chorros” y poco a poco fue construyendo una ilusión que hoy es realidad: hacer reír a los que no tienen de qué reírse.

Reíte o disparo. Hace justo un año, junto con Carlos Balmaceda y Germán Matías, crearon Reíte o disparo, un innovador espectáculo que tenía en el afiche publicitario a uno de ellos empuñando un arma, lo que generó algunos problemas, pero terminó siendo un éxito fuera de Capital. “Yo creo que si no hacía stand up, caía en algo feo –se sincera Dami, que también colabora creativamente en el documental Pibe chorro. Tenía un compañero que ahora está preso, salía a robar y le dieron cinco años en Sierra Chica. Tranquilamente yo también podía haber salido a hacer lo mismo. He tenido un arma en la mano y podría haber hecho cualquier cosa”, confiesa.

Entre los escenarios donde actúa, el que más disfruta es el de los jueves a la noche, en el Stand Up Pacheco junto a Jony Pérez (también de Las Tunas) y Leo Lio (de Grand Burg), entre otros.

“Es algo común que se me acerquen a cualquier show pibes que vienen de robar y quieran verme –explica–. Tenés que meterte en la psiquis del pibe chorro. Me llena más hacer reír al barrio, al Conurbano y que el pibe infle el pecho cuando hablo de donde vivimos. Busco hablarles pero tampoco estoy para darles un discurso moral”, aclara Quilici.

Lo que dice Dami Quilici en el escenario sorprende en el espectador porteño y encuentra más complicidad traspasando General Paz.

Comediantes del Conurbano. Uno que también fue pionero en este tipo de stand up es Carlos Balmaceda, de Dock Sud, que tiene una particular mirada de esta movida. “El stand up es un fenómeno de clase media alta y urbana –afirma–. El comediante del Conurbano es distinto porque se para frente al mundo de manera desafiante, con orgullo. En ese sentido, no hay funciones más agradecidas que las que hacemos en el Conurbano”.

Y aclara que teme que ahora la idea de un stand up diferente, villero, se ponga de moda y termine siendo tan “cool” como el que todos conocen. “Ahora empiezan a salir a hacer humor vendiendo la imagen del pobre y puede terminar siendo una mercancía que la clase media puede consumir sin sobresaltos”, comenta Balmaceda.

Leo Lio, otro de los que hacen humor como Quilici, que vivía en el barrio Parque San Lorenzo, vecino a Las Tunas, y ahora en Grand Bourg, agrega: “La idea es denunciar mediante el humor. El stand up hace humor con observaciones que nos suceden en la vida cotidiana, como el abuso y la corrupción policial en los barrios humildes”.

Jony Pérez, que vive en el mismo barrio de Dami, y se presenta también en Pacheco, cuenta que “el humor marginal es reírse de lo que te pasa, para sacarlo y que se sepa. No es reírse de ser pobre o de vivir en un barrio humilde, sino reírse para sacar la bronca”.

El documental de los pibes chorros

En el documental Pibe chorro, que está en etapa de rodaje y cuenta con la dirección de Andrea Testa y es financiado por el Incaa y el Fondo Nacional de las Artes, Damián Quilici se da el gusto de colaborar creativamente y de escribir, además de actuar en lo que más sabe.

“Pibe chorro habla de todos los pibes, sean o no chorros, queriendo correr el eje de la discusión. Ellos son víctimas de un sistema que nunca les va a dar una salida”, escribió Testa sobre el documental. El film busca poner en cuestión la estigmatización de los jóvenes de sectores populares. “Nos preguntamos por qué esta sociedad genera niños que matan y de quién es esa responsabilidad”, dice el texto que presenta este proyecto.

“Este documental trata de que en la villa no somos todos chorros e ignorantes –explica Dami–. Y en el Facebook dicen que hay que matar a todos porque roban o bajar la edad de imputabilidad. La realidad es que no tenés mucha salida acá: encerrarte en una fábrica todo el día o salir a robar. Yo tuve la suerte de poder vivir del arte. Acá en Las Tunas no tenemos nada”.

Entre sus momentos profesionales que exhibe con orgullo el creador de Reíte o disparo está el haber hecho una presentación en plena Villa 31. También cuenta con entusiasmo el proyecto que tiene de dar un taller literario en su barrio este año. “Ya estoy recolectando libros en algunos espectáculos para el taller”, cuenta Quilici.