SOCIEDAD
lenta recuperacion

A cuatro meses de la trágica inundación, La Plata todavía sufre las consecuencias

Los damnificados se quejan por la falta de acceso al crédito a pesar de cumplir con las condiciones y deben convivir con casas húmedas. Anoche hubo una marcha de protesta.

La original protesta.
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Los hongos y la humedad en las paredes que brotan como la varicela. Los muebles arrumbados en los rincones y también afuera, en las veredas. El olor húmedo, amargo, no bien se cruza la puerta. Pasaron cuatro meses de las inundaciones en La Plata, pero en la mayoría de las casas que quedaron pasadas por agua aquel 2 de abril, la tragedia sigue intacta. 

“No sabemos cómo arrancar”, dice Laura Colliani, odontóloga, desde su hogar en Tolosa, en 12 y 518, que sigue casi en ruinas, como amaneció después de la lluvia. Recuperar la vivienda es una tarea que emprenden desde abril madre e hijos cada fin de semana, pero la odisea parece no tener fin. A la falta de colchones para todos, frazadas, la pérdida de documentación, de libros, de la escritura de la casa y de sus estudios médicos, se les sumó un detalle: el auto. Su Escort descansa –en paz– desde el 2 de abril en la vereda. El agua lo tapó y nunca más anduvo. “Pero tenemos tantas cosas para arreglar que el auto no es prioridad”, explica Lucía, la hija mayor. 

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No van a olvidar fácil la noche del 2 de abril. Ese momento de ver entrar el agua hasta llegarles al pecho, que se tumbe la heladera y todos los muebles, y naveguen por los cuartos; cuando escucharon gritar a la abuela de 84 años desde la casa de adelante, pidiendo ayuda, esos reflejos que les surgieron para rescatarla y dormir todos juntos en la única pieza alta de la casa. Pero además, la tragedia en la casa de esta familia de Tolosa resurge en los momentos más cotidianos: cuando falta un plato para el invitado o no tienen rallador para la zanahoria.

“Tiramos tantas cosas que ni nos acordamos de lo que teníamos y ya no está. A cada rato nos damos cuenta de que nos falta algo más. Y no estamos para comprar todo nuevo: no recibimos ninguna ayuda”, explica Laura, que hizo los trámites para obtener el que otorgaba el Banco Provincia, pero le fue negado sin razones.

Elsa Casco vive a pocas cuadras, en 9 y 524, una de las dos calles que más se parecieron a un río en la noche de la tragedia. Aunque su casa es de las más altas de la cuadra, el agua los tapó. Se salvaron porque subieron al techo. “Todavía me parece una película lo que pasó”, repite desde el living de su casa que también es su dormitorio: desde que volvieron a vivir allí, a principios de julio, cada noche ella y su marido arman allí su cama. El cuarto está inutilizable.

“Esto es un lujo, en comparación”, cuenta la ama de casa entre muebles despintados, televisores que no funcionan y fotos y libros arruinados. Desde la inundación, a Elsa la aquejan el estrés y la culebrilla. Diariamente relee el libro de autoayuda Un estímulo todos los días que le regaló una amiga, que le da fuerzas para seguir. Su meta es pintar la casa. “Todavía tengo que esperar unos meses a que se sequen las paredes. Pero no veo la hora de que se termine este polvillo, los hongos y, sobre todo, de borrar la marca del agua”, repite.

“Fue como estar en el Titanic, el agua estaba fría, la ciudad a oscuras, fue tremendo”, rememora Fernanda en su casa en el barrio La Loma, que no corrió con mejor suerte esa noche ni ahora. Desde el 2 de abril, cuando se le destruyeron algunas paredes, no pudo arreglarlas. Además, su ropa y la de sus hijos están en bolsas por falta de placard, y los arreglos son tantos que no sabe por dónde empezar. Y cada vez que llueve, el fantasma de que vuelva a suceder la carcome.

Para evitar otra tragedia y “adecuar la ciudad a la nueva realidad climática”, en la ciudad las obras municipales comienzan a verse en distintos puntos. Además de la limpieza y el saneamiento de todos los cauces, se trabaja en la creación de un sistema de reservorios para excedentes pluviales, la creación de la Secretaría de Prevención y Atención del Riesgo, para alertas hidrológicos.

 

Queja con barquitos de papel

La consigna de la marcha por el aniversario de la inundación en La Plata fue, ayer, novedosa: los vecinos llevaron sus barquitos de papel e hicieron una “suelta de barcos” simbólica. “Hace cuatro meses que estamos inundados de sus mentiras”, dijo Alfredo Peñalba, integrante de la Asamblea de Vecinos del barrio La Loma, frente a la Municipalidad, en Plaza Moreno, donde se concentraron unos 500 manifestantes. En la convocatoria, los vecinos expusieron que, según sus estimaciones, fueron 170 mil los platenses afectados, que sufrieron pérdidas por $ 1.400 millones y de los cuales sólo el 10% recibió créditos. “Los vecinos reclamamos limpieza en los desagües, obras hidráulicas, que se esclarezca de una buena vez la cantidad de víctimas mortales que dejó la lluvia y que nuestros políticos nos brinden ayuda económica real”, señaló Peñalba.