Un total de treinta ejemplares de ballena franca austral fueron identificadas en playas aledañas a la zona de Puerto Madryn. Y como la cifra es inusitadamente alta para esta época del año, un grupo interdisciplinario de científicos comenzó a analizar las causas de esta elevada mortandad. El principal culpable –hasta ahora– sería una inusitadamente alta concentración de biotoxinas originadas en floraciones algales nocivas. El fenómeno no es nuevo y se lo conoce como “marea roja”. Su responsable suele ser la floración masiva de una microalga de la especie denominada Alexandrium catenella.
Según recopila un completo informe publicado por los expertos del Instituto de Conservación de Ballenas, que integra el grupo que intenta desentrañar las causas de este fenómeno, “el primer ejemplar de estos cetáceos que apareció muerto fue una hembra adulta, varada en playas aledañas a Puerto Madryn y se reportó el 24 de septiembre. Desde entonces el número fue en aumento y diversos observadores siguieron contabilizando ejemplares muertos de Ballena Franca Austral. En el último conteo oficial, reportado el 13 de octubre, la cifra de cuerpos identificados en las playas subió a 26 adultas y cuatro juveniles, totalizando treinta individuos en lo que va de la temporada”.
Según le dijo a PERFIL la doctora Nora Montoya, profesional del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep) e integrante del equipo que trabaja en esta pesquisa, “se integró un grupo de trabajo de expertos de varias instituciones y universidades. Y lo primero que hicimos fue tomar muestras de fluidos y tejidos de los ejemplares muertos y de la zona. Con esas muestras estamos completando diferentes ensayos de laboratorio”.
¿Qué encontraron? Según Montoya todavía siguen evaluando posibilidades, pero “la hipótesis principal de nuestra investigación apunta a que esta mortalidad de ballenas, y también de algunos otras especies de animales –pingüinos y lobos marinos– encontrados en la zona, parece estar asociada a la presencia de una alta concentración de biotoxinas nocivas. Son compuestos que se generan en cantidad tras la floración de un tipo de microalga muy común que se encuentra a lo largo del mar Argentino, desde la provincia de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego”.
En concreto, esta situación parecería ser parte del fenómeno popularizado desde hace décadas como “marea roja”. “Lo que pudimos detectar en nuestro laboratorio es una concentración alta de toxinas paralizantes de moluscos en mejillones. Y creemos que esas biotoxinas están originadas en una floración masiva de microalgas de la especie Alexandrium catenella.
Los expertos recuerdan que las floraciones de algas son un problema cada vez más frecuente, a nivel mundial, ya que ocasiona daños severos a la salud pública, pérdidas económicas en la industria de la acuicultura, perjuicios al turismo y episodios de mortalidad de poblaciones de peces, aves y mamíferos marinos.
Todos los años hallan animales muertos, pero normalmente son viejos o enfermos
Según la experta del Inidep, todos los años se encuentran ballenas muertas en las playas patagónicas, pero normalmente son animales viejos o en mal estado de salud. Lo llamativo de este caso es que se dieron un conjunto de circunstancias particulares para que se encontraran, hasta ahora, los restos de 26 ballenas adultas y cuatros ejemplares juveniles.
Antecedentes en cantidad
Según un registro emitido por los especialistas de la Fundación Mundo Marino (FMM), durante el año 2021 aumentó –en casi un 50%– la cantidad de fauna marina hallada muerta en la costa bonaerense. De acuerdo al balance anual de FMM, más del 40% de la fauna encontrada sin vida eran cetáceos, en su mayoría Delfines Franciscanas, que por tercer año consecutivo encabezó la lista de animales hallados sin vida. Las estadísticas de la Fundación indican que, el año pasado, hubo un total de 306 animales asistidos, entre aves, mamíferos y reptiles marinos. De ellos 125 fueron encontrados sin vida durante las tareas de monitoreo de playas, un 47% más que en 2020.
Más allá de esta reciente mortandad de cetáceos en Golfo Nuevo, los expertos consideran que “la población de ballenas francas de Península Valdés se encuentra en buen estado de conservación”, sigue aumentando cada año y es considerada “de preocupación menor” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En base a esto, es probable que su dinámica a gran escala no se vea afectada por un evento de mortandad como el actual, “si se mantiene acotado y no recurrente cada año”.
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Ciclos
Por lo general el aumento en la concentración de algas suele darse a partir de octubre y durante noviembre. Pero en este caso el fenómeno parece haberse adelantado a septiembre, cuando todavía las poblaciones de ballenas francas no empezaron su migración del Golfo Nuevo. Por eso es posible que se diera este conjunto de condiciones particulares y una mortandad que no es desconocida, pero si es alta para esta época del año.
Aunque la concentración de algas varía año tras año, hay ciclos en los que su aglomeración de toxinas es mínima y otros en los que se acrecienta hasta superar a niveles peligrosos. “Sabemos que normalmente, la Alexandrium aumenta su concentración desde la primavera y durante el principio de la temporada estival, a raíz de un aumento de la temperatura y que se suma a índices importantes de asoleamiento en aguas relativamente calmas, con poco viento”, dijo la experta. Y recordó que “aunque no es una causa directa de la marea roja, se sabe que el cambio climático influye en la floración de las algas”.
Finalmente la experta también mencionó otro detalle que explica el aumento en el número de ballenas afectadas: “Año tras año está creciendo el número de individuos que arriba a esta región y se ha vuelto una zona cada vez más elegida por las ballenas para la reproducción y cría. Eso también colabora para que pueda aumentar el número de ejemplares muertos.
Registro de toxinas en alza
Un trabajo de investigación publicado este año demostró que el registro de toxinas producidas por algas en la plataforma marítima patagónica viene incrementándose abruptamente en los últimos cuarenta años. De hecho, según el Instituto de Conservación de Ballenas es cinco veces mayor en la última década (2006-2018) que en los 80.
Además, en años recientes también aumentó la diversidad, es decir que ahora el número de diferentes especies de algas que producen estas biotoxinas es mayor y las poblaciones de ballenas francas de Península Valdés se ven expuestas regularmente a estos compuestos tóxicos.