SOCIEDAD
en instituciones privadas

Cada vez nacen menos chicos los días feriados y en las Fiestas

Es por el aumento de las cesáreas programadas. En algunos casos las mujeres piden qué día parir, en otros los médicos son los que alteran la fecha de parto.

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Es por el aumento de las cesáreas programadas. En algunos casos las mujeres piden qué día parir, en otros los médicos son los que alteran la fecha de parto. | Marta Toledo

Mientras que los partos espontáneos no reconocen feriados o fines de semana, las cesáreas programadas sí, y casi siempre se hacen de lunes a viernes. Así, junto con el incremento de este tipo de intervenciones en el país –que superan ampliamente las recomendaciones de organismos internacionales de la salud–, se da también otra tendencia de tipo cultural, y es que cada vez nacen menos chicos los fines de semana, feriados y días festivos, como Navidad y Año Nuevo.

Y si bien en el país no hay estadísticas que den cuenta fehaciente de este fenómeno, profesionales de la salud consultados lo confirman, sobre todo en el sector privado, donde las cesáreas rondan el 60% de los nacimientos (en el sector público bajan a 25%), y se “programan” cada vez más. Los motivos son varios: ya sea por requerimiento médico –los días de semana hay mayor dotación de personal– o por pedido de la propia embarazada –por cuestiones laborales o familiares–. “En las cesáreas programadas entran aspectos familiares y laborales, incluso muchas mujeres piensan con quién dejan a sus otros hijos el día que van a parir. Lo importante es que esa indicación no afecte la salud del bebé, por eso hay que tratar de hacerlas en las 39 semanas”, explica Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano.

Números. En CABA, las cesáreas crecieron más de un 30% en los últimos diez años, y en la provincia de Buenos Aires, 3 de cada 10 partos en hospitales públicos son por cesárea y 6 de cada 10 en el sector privado. En ese contexto, y pese a que nadie niega que cuando lo requiere salva vidas, su incremento conlleva un riesgo: se calcula que se hacen cerca de 75 mil cesáreas innecesarias al año.

Según los profesionales, las cesáreas crecen por múltiples factores: desde una cesárea previa, la postergación de la maternidad después de los 35 años; la mayor cantidad de embarazos producto de tratamientos; hasta la decisión personal de mujeres, ya sea por miedo, ansiedad o hasta por una decisión personal o laboral.

“Hay más cesáreas porque existe una falta de formación obstétrica, hay déficit de parteras y mal uso de recursos, pero también cambios culturales: hoy es casi lo mismo para muchas mujeres el parir por parto o por cesárea, y hay intolerancia, tanto de mujeres como de médicos, al respeto por los tiempos naturales del proceso fisiológico del parto, esto pese a las evidencias de los beneficios para las madres y sus hijos”, opina Héctor Beccar Varela, médico obstetra del Hospital Austral.

Para Sebastiani, en cambio, “el aumento se ha dado porque los obstetras han visto que a veces es más seguro que un parto natural, y porque no se ha demostrado que el parto natural sea mejor que la cesárea”, dice. “Lo que se debe hacer es un análisis de ese caso y el contexto en el cual se puede asistir a un trabajo de parto o no”, agrega.

En muchas clínicas privadas, los obstetras dan cuenta de este fenómeno donde las mujeres buscan programar sus cesáreas, en casos donde podrían acceder a partos naturales. Cuentan historias de profesionales con altos cargos gerenciales que han pedido programar cesáreas porque decían que tenerlo organizado las hacía “más felices”, o para ganarle días a la licencia de maternidad, o para no pasar las Fiestas internadas. Así como hay futuras madres que piden elegir el día de nacimiento de su hijo, también están las mujeres que cuestionan que les hayan adelantado el parto porque el médico viajaba en el feriado, algo que muchas denuncian como violencia obstétrica (ver aparte).

“En la primera consulta siempre les hablo de los pros y contras de los partos y cesáreas.  La cesárea es una cirugía mayor, y lo natural es parir un hijo. Pero también hay que contemplar la población que uno tiene: a nivel de los consultorios particulares, la edad promedio de las primerizas ronda los 35 años, y en esos casos es mayor la incidencia de hipertensión, diabetes”, dice por su parte Sandro Persichetti, obstetra y ginecólogo de la Clínica Suizo Argentina, quien reconoce que las cesáreas que se practican son altas y los obstetras deben ver su responsabilidad en ello.


“Me dijeron: ‘No da pasar Año Nuevo internada’”

“Se acercan las Fiestas y, con ellas, las intervenciones innecesarias que nos impiden ejercer nuestro derecho a elegir cómo parir. ¡Informate!”, alienta una campaña en las redes sociales de la organización El Parto es Nuestro, a la que adhieren varias agrupaciones de mujeres que trabajan por reducir las cesáreas innecesarias, alertar sobre la violencia obstétrica e informar sobre los partos respetados.

Cuando nació su primera hija, a Natalia M. (35), su obstetra le dijo que se iba de vacaciones el 20 de noviembre, así que le indujo el parto el día anterior. “Yo tenía fecha de parto para el 18 de noviembre, pero ella seguía adentro y no tenía nada de dilatación. El obstetra me dice si no nace el 18, nace el 19, le pregunto por qué y me dice que él no iba a estar el próximo fin de semana, y me iba a tocar un médico de guardia. Justo había un feriado. Yo primeriza no entendía nada, y dije, bueno si no queda otra”, recuerda. “La experiencia para mí fue muy dolorosa”. Ahora, embarazada de su segundo hijo, cambió de médico.

Algo parecido vivió Fernanda B. (30), su médico también le adelantó la fecha de parto, que tenía estimada para el 31 de diciembre. “Confiaba en que iba a ir a un parto vaginal porque todos los estudios me daban bien y no tenía indicación de cesárea”, cuenta. En la semana 38, el médico le sugirió internarse. “Ese viernes era 19 de diciembre, le pedí de esperar más y me dijo que sí. A la otra semana me dice, internamos el 26 y te inducimos, si esperamos, vas a tener que pasar Año Nuevo acá y no da pasarlo en el sanatorio”, recuerda.

“Entre la presión inconsciente de amigos y familiares, y la ansiedad que una misma siente, dije que sí sin dudarlo. Hoy estando informada no volvería a elegir ni al médico, ni a la clínica”, dice.