Esta semana terminó la Convención Internacional de Tatuajes que se realiza desde hace ocho años en el Hotel Bauen y que con cada nueva emisión atrae a mayor cantidad de gente. Entre lo destacado del año, hubo mucha música, gran cantidad de público y un lugar favorito para los tatuajes: el muslo.
Los concursos de diseños, bandas, camisetas mojadas, los shows de suspension (donde un hombre "sobre vuela" sujetado por argollas que le perforan la piel), el body paiting y los pircings hicieron del encuentro un éxito, por el que transitaron más de diez mil personas, según Diego Staropoli, organizador del evento.
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La muestra surgió por iniciativa de Diego, disconforme con la exposición que hasta ese entonces se realizaba. "Era muy freak. Había gente a la que le gustaban las escarificaciones y la música electrónica", explica. Por eso, en 2004 pensó en realizar una con otro estilo. En ese momento ya era dueño de Mandinga Tatoo, una casa de tatuajes.
Con un grupo de más de veinticinco personas a cargo de la organización, el evento se posicionó entre los más importantes de Latinoamérica. Año a año, lo visita público de Estados Unidos, Holanda, Italia, Bolivia, Uruguay, Perú, Brasil y Chile y posee más de 90 stands.
Colores y muslos. Hubo tatuajes de todos los estilos y en todas las partes del cuerpo. Sin embargo, el muslo fue la zona del cuerpo más elegida para retratarse, tanto por hombres como por mujeres.
Bandas de rock musicalizaron las noches mientras cientos de tatuadores compararon diseños y estilos, y observaron la calidad de los artistas que se presentaron.
Staropoli explicó que si bien el Bauen comienza a quedar chico, no está interesado en mudar al evento. Allí fue donde creció y cree que abandonarlo sería "traicionarlo".
