SOCIEDAD
el mal servicio del Roca, un drama eterno

Constitución volvió a ser escenario de la furia y el caos

Por la falta de servicio, pasajeros furiosos intentaron prender fuego a vagones y casi agreden a trabajadores. Trabajo intentaba esta madrugada frenar la protesta de La Fraternidad.

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| Tlam

Como tantas veces, la estación Constitución se convirtió anoche en un caos total, con miles de personas que se encontraban con servicios paralizados, exaltados que comenzaban con pedradas y corridas, e incluso hasta se estuvo muy cerca que incendiaran algunos vagones, enloquecidos de bronca por un servicio que pasan los años, las décadas, y es siempre igual: lamentable.

Primero se indicó que un incendio en una formación del ramal eléctrico que va a Glew provocó que el servicio se interrumpiera. Luego los responsables explicaron que la causa (de hoy) de la debacle había sido un accidente en Avellaneda. Cualquiera haya sido la razón, lo cierto es que la gente siempre está a punto de explotar como consecuencia del hartazgo que provoca el mal servicio cotidiano.

Mientras algunos jóvenes amenazaban con incendiar vagones, una cantidad importante de agentes de la policía Federal se hizo presente para evitar que la situación se desbordara por completo. En medio del tumulto, una persona se desmayó en la puerta de una formación y el personal paramédico del SAME tuvo que esperar unos 20 minutos para poder ingresar al andén, denunciaron los propios usuarios, que responsabilizaron a la policía.

Paran los maquinistas. En medio de ese caos, la conducción del gremio de maquinistas de trenes La Fraternidad inició a medianoche un paro general de 48 horas en defensa de "la integridad física de los trabajadores, su seguridad y la preservación de las herramientas de trabajo".

Lo confirmaron a Télam los dirigentes gremiales Omar Maturano y Horacio Caminos, quienes explicaron que "la protesta fue decidida a partir de que los usuarios de la línea Roca casi matan esta tarde a dos trabajadores que no salieron con su formación, por las demoras producidas en el ramal a partir de que un suicida se arrojó sobre la vías de la estación Avellaneda, lo que en nada se relaciona con la responsabilidad del personal".

La Fraternidad denunció que "los usuarios incendiaron un vagón en la estación Constitución como forma de protesta e intentaron agredir y corrieron a dos maquinistas, quienes debieron refugiarse en una casilla y casi son linchados por el público". Rápidamente el Secretariado nacional de La Fraternidad declaró la medida de fuerza ya citada por 48 horas.
 
"A pesar de que la industria ferroviaria se encuentra en una situación alicaída, e intenta recuperarse, la gente no puede responsabilizar a los trabajadores por situaciones que en nada dependen de ellos. ¿Hasta dónde se pretende llegar?", se preguntaron Maturano y Caminos.

El Director Nacional de Negociación Colectiva del Ministerio de Trabajo, Adrián Caneto, tomó inmediatamente intervención en el conflicto y se aprestaba esta madrugada a convocar a la conducción sindical para negociar una resolución del grave conflicto.


Un drama eterno. Culpar al gobierno de Néstor Kirchner por los problemas de viaje que tiene la gente que vive en el sur del Gran Buenos Aires es injusto. El K es simplemente el último eslabón de una cadena que parece interminable, que lleva décadas, y convierte a un pasajero que llega a la estación Constitución en merecedor de un trato despreciable. El servicio no cumple con las más mínimas condiciones, ni siquiera de higiene o seguridad. La grave situación está pintada además por un indudable barniz de desigualdad social.

Hablar de horarios en el Roca es grotesco, basta preguntar a cualquiera que piensa del servicio, para saber la realidad que soportan todos los días, toda la vida. Y resulta igual de grotesco escuchar que el gobierno planea la construcción de un "Tren Bala"  a Rosario o Córdoba, cuando hay cientos de miles de argentinos que no pueden viajar en tren a 20 kilómetros de la Capital Federal. Saber a cuánta gente el servicio del Ferrocarril Roca ha castigado con sus pésimas prestaciones es imposible. Pensar en que alguna vez mejore, también.