“Tranquila, respirá. Vamos a cumplir nuestro sueño de ser mamás”, le repetía durante una hora Valeria Tavecchio (43) a su pareja, María Agustina Brunetto (32), mientras la tomaba de las manos, después de haber realizado con ella una inseminación casera. “Es lo mismo que cuando una pareja heterosexual termina de hacer el amor”, dice Tavecchio sobre el procedimiento que hicieron en su casa, y del que nueve meses más tarde nació Ciro, que hoy ya tiene un año y medio.
Al igual que ellas, cada vez son más las mujeres –solas, o en parejas hetero u homosexuales– que recurren a este método para quedar embarazadas, en lugar de realizarse una inseminación en una clínica. Los donantes los consiguen en forma particular, a través de bancos o incluso vía sitios web que funcionan como una especie de Tinder: tras el pago de una membresía pueden encontrarse tanto donantes (altruistas) como personas que los buscan.
La inseminación casera es una técnica que se realiza desde hace décadas en otros países. En Dinamarca, por caso, las muestras se venden online y se exportan a todo el continente. Cuestan unos mil euros. Pero en el país, aunque reconoce que es una práctica en aumento, la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva no la avala: “Como no interviene un médico, no se trata de un procedimiento científico”, dice su vicepresidenta, Stella Lancuba (ver aparte).
En el país, el único banco de esperma que vende muestras para realizar una fertilización casera es Cryobank y cuesta $ 18.500. Su director, Raymond Osés, explica que “se entrega con un kit que incluye dos frascos de semen congelado, además de un espéculo y jeringas descartables”. “La práctica es sencilla”, afirma Osés acerca del método, que consiste “colocar el espéculo, cargar el esperma en la jeringa y luego inyectarla cerca del cuello del útero y que debe realizarse en el período de ovulación”.
"Tas un tratamiento frustrado, queríamos algo más íntimo. En el primer intento casero quedé embarazada", cuenta Agustina Brunetto, de 32 años.
Aunque el especialista dice que el procedimiento tiene un 15% de probabilidades de éxito, “recibimos más del doble de consultas con respecto al año pasado; y vendíamos uno o dos kits por mes y este año, cinco en el mismo período”, aclara. Los tratamientos de inseminación artificial que realizan –80 por mes– cuestan $ 15 mil. “El 75% de las pacientes vienen solas”, agrega.
Casos. Tavecchio siempre soñó con ser madre. Recurrió a varias clínicas pero nunca tuvo éxito. “Había gastado miles de pesos y no tuvimos éxito. Entonces si queríamos ser mamás, tenía que ser de la forma más íntima”, cuenta. Consiguió a un donante –un compañero de trabajo de una amiga–, “hicimos todos los estudios médicos y el chico vino hasta nuestra ciudad (Santa Elena, en Entre Ríos). Mi amiga nos trajo la muestra y en el primer intento quedé embarazada”, recuerda Brunetto.
La joven dio a luz a Ciro en el Hospital Materno Infantil de Paraná y Tavecchio cuenta que en el momento de anotarlo le dijeron que “no hacía falta que estén casadas para figurar las dos como madres”. Pero tres meses más tarde en el Registro Civil de la ciudad les exigieron la libreta de matrimonio y solo figuraba Brunetto como madre soltera. “Era terrible para mí, porque tenía los mismos derechos que un florero. Si a mi pareja le pasaba algo a mí me sacaban a mi hijo”, cuenta Tavecchio. Para solucionar el problema presentaron un reclamo administrativo y demostraron que tenían un concubinato hacía tres años. Por lo que, dos meses después lograron la doble filiación.
Elizabeth Balderrama (29) y Melisa Rangol (32) viven en San Fernando y están casadas desde 2013. Balderrama intentó hacerse una fertilización sin éxito. Encontraron donante en un sitio web, Co-padres. “Hay desde donantes hasta personas para compartir la crianza de un hijo”, cuenta Balderrama sobre el sitio español, que cobra una membresía de 49 euros mensuales y donde encontró un hombre que le dio su esperma gratuitamente.
“Después de hacer los estudios me fui a Ramallo –donde vive la persona–, nos encontramos y me implanté la muestra”. Son mamás de Fabricio (3) y Adalia (1), y consiguieron la doble filiación porque demostraron que estaban casadas y porque el hombre de Ramallo firmó un documento en el que se eximió de toda responsabilidad.
Precedente. En el país, sin embargo, como el Código Civil no prevé este tipo de inseminación, a la hora de anotar al bebé solo los inscribían con una sola madre, hasta ahora: a principios del mes pasado, la jueza Andrea Danas dictó un fallo inédito. Por primera vez se ordenó que se anotara como hijo de dos madres a un niño concebido por inseminación casera. A diferencia de los casos anteriores, Nuri (34) y Stella (32) no podían ser las madres legales de José (1). “En el Registro Nacional de las Personas nos pedían una declaración jurada de la clínica donde habíamos hecho la inseminación, pero no la teníamos porque hicimos el método casero. Nuestro hijo estuvo cuatro meses sin identidad”, relata Nuri, que prefiere preservar su identidad junto a su pareja Stella, porque su familia no sabe que su hijo fue creado gracias a la donación de un amigo. Con la asistencia de la Falgbt, el caso obtuvo un fallo a favor de la pareja. Su directora, María Rachid, explica que hay un vacío legal porque “el Código Civil no establece ningún mecanismo para anotar a los niños en los casos de fertilización casera. Consideramos que es una discriminación”, afirma Rachid porque “a una pareja heterosexual no se le pide ninguna documentación para inscribir a su hijo”. Es por eso que la Falgbt se reunirá esta semana con la jueza Danas, para pedirle que acepte el protocolo que implique que una declaración jurada de las partes alcance para resolver la formalidad”, adelanta Rachid.
Alertan por posibles riesgos
Según los protocolos de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer), los procedimientos de inseminación deben ser intrauterinos y guiados por un médico especialista en fertilidad. “No la podemos avalar porque no es una técnica científica, sino un acto privado de las personas”, sostiene su vicepresidenta, Stella Lancuba. Además, advierten sobre riesgos de transmisión de enfermedades si la muestra no se analiza. Vanesa Rawe, directora de la clínica Reprotec y miembro de Samer, detalla que “el semen debe ser analizado de manera especial, entre lo que se incluye una cuarentena de seis meses para descartar que tenga HIV. Un semen que no fue procesado por un laboratorio no es seguro desde el punto de vista biológico”. Rawe dice que “no es recomendable la inseminación casera porque tiene baja tasa de éxito de embarazo”.