Rubén Rodolfo Recalde podría pasar a la historia como el asesino que odia a las mujeres. De apariencia inofensiva, el mecánico apresado por los homicidio de Paola Tomé y Sandra Colo inició su prontuario con un abuso deshonesto a los 23 años. Ocurrió en enero de 1980 y no se detuvo. En septiembre de 2003, fue procesado por delito contra la integridad sexual y, en junio de 2009, fue denunciado por robo calificado y abuso sexual simple.
Con estos antecedentes y las características de los crímenes de Sandra Colo y Paola Tomé, la perito que trabajó junto a la fiscal Vanina Lisazo pudo elaborar el perfil psicológico del presunto killer de Junín, que fue detenido el jueves. El viernes se confirmó que su ADN estaba en las dos escenas del crimen. Ayer se negó a declarar.
El documento, al que accedió PERFIL, fue determinante en cuanto a su conflicto con el género femenino: la personalidad de Recalde tiene indicadores de misoginia. Es decir, que siente “aversión u odio a las mujeres”, tal es la definición del diccionario de la Real Académica Española. El mecánico padece “un trastorno antisocial de la personalidad con base narcisista”.
Al mismo tiempo, posee “una imagen lábil de sí mismo con disonancia en la exacerbación de la estima propia de valía” y una “absoluta carencia de empatía, un patrón de conducta despreciativa hacia el otro”. La constitución de vínculos afectivos también es débil.
Por otro lado, en el examen, en su lenguaje el detenido evidenció mecanismos de defensa tales como la “negación, proyección y racionalización”.
“Su comunicación es ampulosa”, o sea, redundante y artificial. “Su discurso es utilitario” y “su relato autosostenido con tendencia al engaño”.
La pericia, además, se detiene en el análisis de la gestualidad de Recalde, que “cambia o se acomoda en tramos de la entrevista” según su conveniencia.
Carrera criminal. Su extenso prontuario, que incluye robo, hurto y encubrimiento, habla sobre su “fracaso histórico en la adecuación a las normas vigentes”.
Si bien en un principio los investigadores descartaron el robo y el abuso como móviles, porque en ninguno de los dos casos hubo violación y no comprobaron faltantes, la fiscal Lisazo imputó al mecánico por homicidio agravado por criminis causa.
La funcionaria cree que Recalde mató a Sandra y a Paola porque se resistieron. Al no poder lograr su cometido, las asesinó.
“En un principio, creímos que el asesino había sorprendido a Paola cuando salió del baño porque tenía los pantalones bajos, pero ahora podemos vislumbrar que habría sido él quién lo hizo. La saliva hallada debajo del pecho de la víctima es otro indicio hacia ese sentido. Sandra también tenía la ropa levantada cuando su padre la encontró muerta”, indicaron fuentes de la investigación.
Incluso, el testimonio de una mujer que fue abordada por Recalde en 2009 apunta hacia esa hipótesis. “Lo que está viviendo es terrible. Está muy asustada”, indicaron desde la fiscalía. Sabe que sobrevivió porque no se resistió al ataque del asesino de Junín.
Entre las pruebas que comprometen al acusado con los asesinatos (además del cotejo de ADN), se destacan las zapatillas que habría usado en ambas oportunidades. También, una especie de “kit” para asesinar que fue hallado en su auto. Se trata de “una mochila con un cuchillo, cuerdas y guantes en su interior”, según reveló una fuente de la investigación.
Pese al cúmulo de pruebas reunidas, la investigación sigue abierta porque existen indicios sobre otros ataques que podría haber cometido entre el crimen de Sandra y el brutal asesinato de Paola