"Mire, yo me encomendé a Dios, porque gracias a Dios no la vendí. Si la hubiera vendido, me hubieran hecho un juicio a mí", dice entre aliviada y enojada Teresa Lucía Morandín, una comerciante mendocina de 63 años que no duda en definirse como "muy católica" y a la que, por ende, no le hizo "ninguna gracia" como declara haber encontrado un sachet de gel lubricante íntimo en una de las botellas de cerveza "Andes" que tenía para la venta en el almacén que maneja en San Luis.
"No tomaría nunca más una cerveza de esta marca", es la primera declaración que Perfil.com recibe telefónicamente de esta mujer que aún hoy parece muy indignada por este hallazgo que recuerda haber hecho "a principios de año". A tal punto, que decidió iniciar por ello acciones legales contra la tradicional Cervecería y Maltería Quilmes, responsable de la bebida en cuestión.
Según continúa explicando Morandín, otro de los motivos que la llevaron a entablar la demanda fue el no haber recibido respuesta alguna luego de que su hija se quejara a la firma. "Los distribuidores vieron la botella, pero no le dieron importancia. No dijeron nada. Y después de mandar una carta a la empresa la llamamos por teléfono, pero nunca nos respondieron. Por esto tuve que venir para este lado", explica en referencia al juicio.
El hecho tomó notoriedad a partir de una nota del portal mendocino MdZOnline, que contó cómo la mujer notó enseguida la presencia de un objeto extraño en el recipiente y por ende le apuntó con una linterna, lo que le permitió descubrir el sachet de gel flotando entre el líquido espirituoso.
Si recién meses después se decidió a demandar a la empresa, Morandín explica que ello fue principalmente porque "estuve enferma, no me podía mover". Acto seguido, la mujer vuelve a dejar en claro su católica indignación por lo ocurrido, diciendo: "Si una cosa así la hubiera visto un niño, ¿qué pasaba?".
Por su parte, la empresa responsable de la cerveza Andes fijó su posición al respecto a través de un comunicado en el que, tras aclarar que no puede emitir una opinión "porque no vimos la botella", dice que "por los controles que realiza Cervecería y Maltería Quilmes, no hay posibilidad de que en el proceso de llenado del envase ingrese un objeto extraño".
Asimismo, la firma aclara que "no hay antecedente confirmado de ninguna botella que haya salido de Planta con algún objeto extraño en su interior", y dice que "no ha recibido ningún llamado a su Centro de Atención al Cliente ni notificación legal relacionada con este asunto puntual".
También asegura la empresa que su sistema de elaboración "en todo el país cuenta con los más altos estándares de elaboración, seguridad y control de calidad" y que "Planta Mendoza, en particular, cuenta con las normas internacionales HACCP e ISO 14.001", de las que "la primera certifica específicamente los sistemas de seguridad alimentaria de la Planta y es revisada por terceros dos veces al año".
Por último, la cervecera comunicó que "cada una de las botellas que envasa Planta Mendoza es sometida a un intenso proceso de lavado a alta presión para asegurar su limpieza interior", y que "inmediatamente después y como parte de un segundo control, todos los envases atraviesan por un inspector electrónico ubicado en la línea de producción que analiza, desde distintos ángulos, el contenido del envase y lo descarta en caso de encontrar anomalías".
Según expresaron los abogados de la comerciante a MdZOnline, sin embargo, “está comprobado que el envase no ha sido violado y que vino así desde el proveedor”, que en este caso es la firma Luan Beer SRL. Por lo pronto, la botella ya fue peritada por un experto en seguridad e higiene y otro químico, y permanece en custodia en una escribanía.
"No tengo por qué mentirle. Además, si la botella hubiera sido abierta por mí o por otra persona no hubiese tenido espuma", repite mientras tanto Morandín tras cada consulta de Perfil.com, antes de afirmar como mensaje final que no busca otra cosa que "terminar de lleno con esto".
En tanto, para la abogada de Morandín, la Dra. Paula Vetrugno, detrás de la demanda tampoco hay "ánimo de lucro" sino "un tema moral" muy sensible para su clienta que va "más allá del asco que nos puede producir a todos nosotros algo así", o del hecho de que "están violando normas comerciales, ya que ofrecen un producto superpasteurizado que cumple con estándares internacionales y eso no es verdad".
Enseguida, no obstante, Vetrugno recuerda: "Hubo un caso igual en Rusia pero con un preservativo usado, y tuvieron que pagarle dos millones de euros a la persona que lo encontró por el daño que le causaron al provocarle aversión a cualquier bebida envasada. Y acá en Rosario una persona encontró lo mismo en una botella de Quilmes, por lo que la empresa también le tuvo que pagar".