Primarosa Chieri es una de las genetistas más prestigiosas del país y participó en numerosos casos de gran repercusión mediática. Fue perito de parte de Ernestina Herrera de Noble y de Lucila Frend. Ahora vuelve a tener en sus manos otro caso que es tapa de todos los diarios: es perito de la querella en el caso Angeles Rawson. Y su rol es clave. El ADN de Jorge Mangeri, único imputado por el crimen, se halló debajo de las uñas de la adolescente. Una prueba que puede condenarlo.
—¿Por qué se usa el ADN como evidencia en una investigación criminal?
—Con excepción de los gemelos idénticos, cada individuo es único. Y es solamente un 0,5 % que presenta interés para los científicos forenses. Es una región que se utiliza únicamente para identidad. La criminalística se basa en la hipótesis de que el criminal siempre deja algo en el lugar del delito. Los materiales hallados en la escena del crimen y la información obtenida del análisis de éstos pueden ser utilizados para inculpar o exonerar a un sospechoso.
—¿Cuáles son los tejidos que se pueden recolectar en la escena del crimen?
—El ADN está en todas las células del cuerpo, a excepción de los glóbulos rojos. Se puede encontrar en células que se desprendieron porque se tocó algo, la piel, la saliva, el pelo, el vómito, la orina y la materia fecal. En los delitos sexuales se encuentra, generalmente, semen. Cuando hay contacto y agresión, la víctima puede arrancar pelos o piel en un acto de defensa. Por eso, las uñas son muy importantes. El ADN encontrado en las uñas puede bajar el martillo sobre un imputado.
—¿Por qué las uñas tienen tanta importancia?
—Las uñas son usadas como primera opción cuando entre la muerte y el descubrimiento de un cuerpo ha transcurrido un intervalo postmortem prolongado y la posibilidad de obtener perfiles de ADN adecuados identificatorios en muestras de sangre u otros tejidos está altamente comprometida. Las uñas son de fácil acceso y generalmente están bien preservadas. También son importantes en el caso de haber existido un contacto físico directo durante el transcurso de un crimen violento, lo que da lugar a la transferencia de ADN debajo de las uñas de la víctima proveniente del agresor. En estos casos, los niveles de ADN que se obtienen son generalmente tan altos que permiten obtener la identificación del victimario. La pregunta es: ¿cómo ese ADN llegó allí?
—¿Se puede llegar a plantar un perfil genético?
—Esa posibilidad está relacionada con la ética de las personas que trabajan. Pero plantar el ADN en las uñas es altamente improbable. Tienen que ir al sospechoso, arrancarle pedazos de la piel y meterla debajo de las uñas de la víctima.
—¿Es común que se contaminen las pruebas?
—No. Tanto el Cuerpo Médico Forense como el Servicio de Huellas Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica trabajan con una absoluta idoneidad y seriedad. Me consta que son intocables.
—¿El estudio de ADN puede llevar a la cárcel a la persona que mató a Angeles?
—Sí. El ADN es una prueba muy contundente, en el caso de Angeles o en cualquier otro, como en el de las turistas francesas asesinadas en Salta. Pero la prueba de ADN es específica dentro de un determinado contexto. No puede ser el único elemento de prueba.
—¿Qué siente cuando, a raíz de su trabajo, se condena o absuelve a un acusado?
—Uno siente que valió la pena haber estudiado toda la vida. Solamente con leer la carátula, uno ya se siente mal. Más en la violación de una menor. No puede sentir alegría, pero sí una satisfacción muy grande porque usted le ha dado a la Justicia una herramienta importantísima para dictaminar.
—Considera que la cobertura mediática, ¿puede afectar el trabajo de los peritos forenses?
—Me parece muy dañina porque confunde a la sociedad y la presión de los medios llega a todas las personas que están trabajando en sus laboratorios. Y cuando se trabaja a presión es fácil cometer errores. Una cosa es informar a la sociedad los hechos que ocurren, pero cuando a eso se le agrega morbo, mentiras e ignorancia, es peligroso.