SOCIEDAD
Apuesta por la investigación

El Conicet lanzó una empresa de base científica que busca estimular la industria del cannabis medicinal

Se llama Cannabis Conicet y su objetivo es orientar y estimular el desarrollo de la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial. Está integrada por tres socios estatales: la Universidad Arturo Jauretche, el Hospital El Cruce y el propio Conicet. Buscan registrar variedades de semillas “nacionales”, generar estándares de calidad para pequeños productos y activar los estudios médicos para determinar los efectos de los cannabinoides sobre diferentes enfermedades. La semana próxima el Gobierno asignará subsidios por 150 millones de pesos a esta temática.

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Objetivos. Según explican apuntan a “desarrollar y aprobar guías de asistencia, tratamiento y accesibilidad basadas en la mejor evidencia científica”. | cedoc

En una movida que redobla la apuesta por ampliar y ordenar el uso del cannabis –el medicinal, pero también el cáñamo con fines industriales–, el máximo organismo científico argentino presentó una nueva empresa de base tecnológica: Cannabis Conicet. Por ahora, está integrada por tres socios estatales: la Universidad Arturo Jauretche, el Hospital El Cruce y el propio Conicet. Y para darle contenido a esta apuesta, la presentación oficial la encabezaron el ministro Daniel Filmus y la doctora Ana Franchi, actual presidenta del Conicet. Como parte de la iniciativa Filmus adelantó que la semana próxima se asignarán los primeros $ 150 millones a grupos de investigadores que ganaron subsidios del “Programa de Investigación y Desarrollo en Cannabis”.

“Hasta hace tres o cuatro años, simplemente nombrar esta planta ya era casi mala palabra. Pero hoy le damos un lugar importante en materia de investigación científica y aportes a la calidad de vida. Además, creemos que es un nicho que puede aportar al desarrollo económico, ya que se trata de una industria que requiere mano de obra calificada y abundante”, le dijo a PERFIL  la doctora Ana Franchi. Y completó: “Por eso también estamos buscando que desde esta nueva empresa se estudie el uso del cáñamo con fines industriales”.

Para la presidenta del Conicet "es un nicho que puede aportar al desarrollo económico"

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Si bien la compañía está aún en pleno armado, ya está claro cuáles serán algunas de sus principales áreas de trabajo: “desarrollar y aprobar guías de asistencia, tratamiento y accesibilidad basadas en la mejor evidencia científica disponible”, le explicó a este diario la investigadora del Conicet Silvia Kochen, una de las tres directoras científicas del flamante ente. “Pero también vamos a implementar acciones de concientización sobre los usos de la planta y sus derivados”.

Otra de las líneas de trabajo será asesorar a los investigadores. “Podemos asistir en el diseño detallado de estudios observacionales que busquen sumar evidencia sobre los efectos terapéuticos del cannabis en diversas patologías, mensurando su eficacia, sus posibles efectos adversos, las dosis necesarias, etc.”, explicó Kochen, quien también es neuróloga y trabaja el tema con sus pacientes desde hace ya muchos años.

Finalmente, otro de los objetivos de Cannabis Conicet es aumentar la capacitación de recursos humanos especializados. De hecho, ya tiene  en marcha, junto a la UNAJ, la segunda edición de una diplomatura específica sobre esta temática, actividad académica que registró casi cuatro mil inscriptos para menos de un centenar de vacantes.

Servicios para la "industria cannabis"

Por otra parte, la empresa tendrá un área de servicios donde sus técnicos harán el control de calidad estandarizado, determinando la concentración de principios activos (cannabinoides y terpenos) y la presencia de eventuales compuestos contaminantes (pesticidas, metales, solventes y adulterantes). Esos controles los harán sobre los aceites de cannabis que ya fabrican los autocultivadores, las ONGs y algunas Pymes.

Para el 2024 se calcula que la facturación mundial del rubro alcanzaría los US$ 42.700 millones

Además, la compañía tendrá un área dedicada al desarrollo de nuevos cultivares. “La idea”, detalló Franchi, “es que podamos estimular nuevas líneas de semillas de cannabis propias, generadas en diversas ecorregiones argentinas. También que podamos garantizar su trazabilidad (un aspecto esencial para el negocio farmacéutico) y que todo eso colabore con la soberanía científica”.

 

Contexto de un negocio en crecimiento

¿Por qué armar ahora una organización que ordene e impulse este rubro? La explicación es la oportunidad. Según un informe del Ministerio de Desarrollo Productivo, elaborado este año, más de cincuenta países decidieron darle algún tipo de legalización al cannabis con fines industriales o medicinales. Israel, Canadá y Estados Unidos ya se posicionan como los referentes globales y, en América Latina, Uruguay y Colombia picaron en punta.

Otro indicador del interés global es el siguiente: en el año 2000 la producción global de cannabis medicinal fue de 1,4 toneladas. Veinte años más tarde alcanzó las 468 toneladas. Las proyecciones para el año 2024 indican que la facturación mundial del rubro alcanzaría los US$ 42.700 millones, multiplicando por 14 veces la del año 2014.

 



“Hay que tener cuidado con su uso indiscriminado”

“Sabemos de las posibilidades que tienen los compuestos con cannabinoides para mejorar muchos síntomas. Tenemos evidencia de que su uso en forma controlada contribuye a mejorar las náuseas, el insomnio, la ansiedad. Y también el dolor en algunas situaciones, en especial si es neuropático”, le dijo a PERFIL Ariel Cherro, presidente del Consejo de Cuidados Paliativos, en la Sociedad Argentina de Medicina (SAM).

Por otra parte, hay indicios de que podría incrementar el apetito, algo que sería útil en pacientes oncológicos. Sin embargo, este especialista advierte que hay que tener algunos cuidados con su uso indiscriminado: “Hay que analizar muy bien que lo que interpretamos como ‘mejoría’, no sea simplemente efecto placebo, algo que muchos pacientes y familiares no terminan de entender”. Hay personas y organizaciones que argumentan que “aunque no haya investigaciones que lo respalden, si quien lo recibe piensa que le hace bien, ¿por qué no dárselo? Pero los médicos no podemos trabajar así. No es buena medicina recetar un placebo porque la gente lo pide”.

Cherro también sugirió que la indicación de usar cannabis la hagan especialistas. “Es una herramienta terapéutica más a incorporar y no debería ser recetado libremente por un profesional de cualquier especialidad que desconozca el tratamiento integral. Suelen llegarnos comentarios de familiares que repiten que usar cannabis sirve directamente para tratar el cáncer. Hasta ahora, contamos con estudios preclínicos alentadores, hechos sobre líneas celulares o roedores. Muy pocos en pacientes. Estamos lejos aún de poder afirmar que el cannabis sirve para tratar tumores en personas”.