SOCIEDAD
recibio una serie de llamados atemorizantes

El cura sobrino del Papa fue amenazado y tiene custodia policial

Se ordenó sacerdote hace diez años.Pocos sabían de su parentesco. Por primera vez cuenta su historia. Galería de fotos

PERFIL BAJO. Pocos conocían su parentesco ilustre. Dice que no quiere chapear.
| Marcelo Silvestro

Desde que se conocieron –esta semana– las amenazas de muerte que recibió hace 15 días el cura párroco de Villa Elisa, Walter Sívori, el bajo perfil al que estaba acostumbrado se modificó: ahora debe convivir con un custodio policial y la presencia de un patrullero frente a la iglesia. Pero lo que más lo preocupa es que este episodio, que aún está en plena etapa de investigación (ver aparte), puso en evidencia el hecho de que el sacerdote es sobrino nieto del papa Francisco, algo que ni siquiera su feligresía conocía hasta el momento.

Amable, de sonrisa franca, el padre Walter –como lo conocen los vecinos y fieles de su parroquia– decidió hacer una pausa en sus tareas habituales y recibir en exclusiva a PERFIL. El encuentro se produjo en la iglesia Nuestra Señora de los Milagros, adonde llegó hace cinco años proveniente de una parroquia de Magdalena: “Siempre trabajé por esta zona, soy de acá”, contó. En ningún momento de la charla perdió su forma de hablar pausada y convincente. Características que, según contaron algunos vecinos a este diario, son pilares de su personalidad.

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—¿Cuándo se ordenó?
—Tengo 45 años y este año cumplo diez como sacerdote. Antes de ser cura trabajaba mucho en lo social, se ve que la vocación estaba latente (risas). Como todos, primero empecé ayudando y luego decidí formarme. Y si bien Francisco (en ese momento, Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires) no influyó directamente en mi decisión, para mí lo importante fue el apoyo que recibí de mi familia. Estudié en el seminario de La Plata.

—¿Cuál es su parentesco con el Papa?
—Soy sobrino nieto por parte de su madre, Regina Sívori. Antes de irse a Roma, Francisco vino a visitarme en varias oportunidades. Tomaba el tren en Constitución y llegaba caminando desde la estación de Villa Elisa, que está a unas pocas cuadras de aquí. Siempre traté de mantener oculto mi parentesco con Francisco. Creo que se filtró en estas semanas a partir de lo que pasó. Algunos vecinos lo sabían, pero no quería que trascendiera, ¿para qué? Algunos habían asociado mi apellido y me lo preguntaban, pero con este problema se filtró la información. Siempre hay alguien que habla de más, y empeoró las cosas.

Cambios. La iglesia de Sívori es una de las más céntricas de Villa Elisa, a unos 45 km del centro porteño. Hoy, la zona modificó su escenografía habitual. Tanto las puertas de la casa parroquial como las de la sacristía están custodiadas por la Policía Bonaerense en todo momento. Los agentes recorren las calles aledañas a la parroquia. El cura cuenta con una discreta custodia civil que no se despega de él ni un solo momento.

—¿Cómo es el barrio en líneas generales?
—Es muy tranquilo, la feligresía acompaña a la iglesia. Son muy generosos con nosotros. Ven que todo lo que se dona vuelve en obras. Siempre rindo las cuentas de lo que recibimos. No tenemos nada que esconder. Muchos habían asociado las amenazas con un tema de drogas, pero nunca trabajamos en ese tema ni tenemos gente relacionada a ese flagelo. Toda nuestra tarea se basa en el acercamiento social. Si bien los primeros días tras las amenazas no dimos la misa de las 19, ahora sí. La situación está un poco más tranquila. La idea es no llevarle problemas a Francisco, sino aliviárselos.

—¿Cómo es su día a día?
—Llevo una vida tranquila, pero el teléfono suena desde temprano (risas). Estoy donde me necesiten: estoy a cargo de la Capellanía del Servicio Penitenciario, y trabajo en un programa social en La Plata Fútbol Club. En la parroquia tenemos una escuela de música desde el año pasado, la orquesta de cámara Eduardo Sívori. Empezó a funcionar con chicos de la escuela de música de Berisso. También trabajo en el Colegio María Teresa como capellán externo.

El tío Francisco.Cuando lo nombraron papa, sentí mucha emoción. Casi me desmayo cuando escuché su nombre. Decido llamarlo y me atiende un secretario que me dice: ‘Estamos en el micro yendo a Santa Marta a celebrar el nombramiento; te paso con él’. Me dijo ‘Hola’ y no pude hablar, me la pasé llorando. Sólo atiné a decirle ‘Nos vemos pronto’”.

—¿Cuántas veces lo visitó?
—Dos: en septiembre de 2013, y este año viajé en marzo. No me gusta molestarlo. Es muy terrenal, a pesar de ser una de las personas más importantes del mundo.