Los reclamos gremiales suelen traer problemas, no sólo para los trabajadores y los empresarios, sino también para personas ajenas al conflicto que se ven involucradas sin quererlo. Pero lo que le pasó a un hombre en Chaco fue un drama que ninguna protesta podría haber previsto.
Ocurre que este joven se dirigía en su automóvil al motel King Kong, un hotel alojamiento de la Ruta 11, cercano a Resistencia. Llevaba grandes expectativas "ya que por fin había logrado una respuesta afirmativa por parte de la chica que atiende un kiosco ubicado a pocos metros de mi domicilio".
Pero al llegar al establecimiento se encontró con que los trabajadores, junto al gremio gastronómico local, habían bloqueado el acceso a modo de protesta por el "trato abusivo" de la patronal, ya que de los 13 empleados la mitad trabajaría en negro.
"Me encontré con el acceso bloqueado y una manifestación de protesta”, narró el frustrado joven al diario chaqueño Norte. "Detuve el auto en la banquina, unos 20 metros después del acceso, y le expresé a mi compañera de viaje que iba a dialogar con los manifestantes para que nos dejaran ingresar", agregó.
Pero el romántico hombre no tuve suerte: su acompañante le dijo "que uno de los hombres que participaba de la protesta la conocía a ella y a su novio, de modo que rechazó cualquier posibilidad de entrar al lugar conmigo". El joven sostuvo que la chica "tampoco aceptó mi idea de que ingresáramos con ella dentro del baúl del coche".
El problema era que el joven tenía “la plata justa para pagar un turno en el King Kong, donde había una promoción y además me queda bastante cerca". Al no poder ingresar, se dispuso a buscar un albergue más barato en la zona de las avenidas Soberanía Nacional y San Martín. Pero al contar con combustible limitado, su auto se quedó a mitad de camino, explicó.
Nuestro hombre intentó conseguir dinero para cargar nafta: "Caminé unas quince cuadras para llegar al cajero automático de la terminal de ómnibus, donde, tras una larga espera (había muchas personas), no pude hacer la extracción porque mi saldo era de 93 pesos y el cajero expendía sólo billetes de cien", sostuvo.
"Indignado y bajo un sol que pegaba muy fuerte, me dirigí al domicilio de un familiar en el barrio Provincias Unidas, de quien obtuve un préstamo de 60 pesos”, comentó el joven a Norte. “Compré con dificultades combustible en una estación de servicio próxima, porque no me querían cargar la nafta en el bidón diciendo que era inseguro", agregó.
"Volví empapado de sudor al sitio en que se había quedado mi auto, donde constaté que la kiosquera ya se había ido, cansada de esperar. Ahora ni me habla. Me pregunto quién se hace cargo de los perjuicios que me ocasionaron”, concluyó.