Los habituales comentarios oficialistas que desvirtúan los cacerolazos, tildándolos de golpistas, sumaron esta noche un antecedente que habrá que ver como "explican" mañana. Los habituales defensores kirchneristas, llámense Alberto y Aníbal Fernández, Carlos Kunkel o Luis D'Elía tendrán una improba tarea al enfrentar a los micrófonos matinales.
Lo cierto es que el kirchnerismo llegará al martes con una posición de mayor debilidad a la que tenía el viernes, cuando comenzó el fin de semana largo, y esa situación no es mérito del campo, es simplemente una consecuencia de la pésima visión política del propio sector oficialista.
La protesta del campo estaba, el sábado a la mañana, con serias divergencias internas. Pero bastaron las imágenes de ver a la Gendarmería avanzar con palos sobre los ruralistas de Gualeguaychú. Ver a De Angeli arrastrado por los gendarmes que lo llevaban preso terminó con las desavenencias y el campo respondió volviendo a las rutas en centenares de cortes, lo que obligó a que el ruralista entrerriano debiera ser rapidamente liberado para tratar de descomprimir una situación explosiva.
Y hoy por la tarde, la tranquilidad política del feriado fue dinamitada por los discursos revulsivos de Luis D'Elía y su socio, el diputado Edgardo Depetri. Escucharlos hablar de golpismo, atacar llamando a "todos los argentinos bien paridos a defender en esta guerra abierta al gobierno de la compañera Cristina Fernández" provocó una sensación de estupor general que luego estalló en el cacerolazo.
Por eso mañana, cuando los habituales defensores K deban enfrentar los micrófonos, escucharlos será muy interesante. Y ver que dice la presidenta Cristina Fernández, más aún.