SOCIEDAD
desesperacin en la quiaca

“El Gobierno tiene la obligación de dar una respuesta”, dice el padre Olmedo al comenzar una huelga de hambre

Lo acompaña Adolfo Pérez Esquivel. Desnutrición y pobreza extrema, la postal de todos los días.

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| Cedoc

La situación en la Quiaca, dicen sus pobladores, es insostenible. La respuesta de las autoridades -tanto a nivel provincial como a nivel nacional- a las necesidades de sus habitantes, es nula. Por eso, al menos 400 personas, encabezadas por el cura Jesús Olmedo y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, decidieron comenzar esta mañana una huelga de hambre para denunciar la situación de extrema pobreza y la desnutrición infantil y para pedir por trabajo digno.

“Queremos que el Gobierno se de cuenta de que la situación que atraviesa La Quiaca no es una broma. Ellos tienen obligación de venir y dar una respuesta”, aseveró Olmedo en diálogo con Perfil.com. Para el cura, si bien todavía no han recibido ayuda por parte de la Casa Rosada, el “gran responsable es el gobierno provincial y su gobernador”, Walter Barrionuevo.

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Los motivos que empujaron a los jujeños a llevar adelante la huelga de hambre, organizada por la Multisectorial local -una agrupación que reúne a organizaciones sociales y sindicales- aglutinan la falta de respuesta a los constantes pedidos de asistencia social y la necesidad urgente de la intervención de las autoridades.

“La puna y La Quiaca son zonas de una pobreza extrema para muchas familias. Durante todo el año los pobladores han tratado de hablar con el gobierno, pero no hay respuesta. Los planes sociales no alcanzan, no hay viviendas y hay hacinamiento. El gobierno tiene que emplear fuertes medidas sociales”, explicó el sacerdote.

Por medio de la huelga de hambre, que los pobladores van a mantener hasta obtener una “respuesta satisfactoria”, los jujeños luchan por trabajo genuino: un plan de viviendas y la construcción de cooperativas para llevar adelante obras públicas como la construcción de caminos, puentes y escuelas, tan necesarias para la zona. “La gente quiere vivir con dignidad. La gente quiere de una vez por todas que el gobierno se preocupe de forma real, concreta y satisfactoria”.

Años de lucha, años de indiferencia. Si bien ha habido respuestas parciales, como algunos planes sociales, el padre Olmedo asegura que no es suficiente. El compromiso tampoco ha sido, se desprende de su relato, sostenido y completo. “Hay que reconocer que un grupo de asistentes sociales vinieron de parte de Alicia kirchner, pero nos llama la atención que quedo todo en el silencio, porque tenían que venir en diciembre y no vinieron”. “Han despreciado al pueblo, el gobernador de la provincia no ha escuchado sus reclamos e incluso han habido dos represiones”, agregó el cura con indignación.

El apoyo de Pérez Esquivel. El Premio Nobel de la Paz se mostró decidido a "apoyar cualquier tipo de medida de fuerza que se lleve adelante en la puna por la dignidad de los seres humanos que están quedando fuera del sistema".

Al respecto, reclamó al "gobierno de la señora presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) que escuche el clamor de los pobres" que habitan la región jujeña, muy cerca de la frontera con Bolivia.

Además de la huelga de hambre, que será por tiempo indefinido -la salud de quienes participarán será responsabilidad del gobierno nacional, aseguraron-, los organizadores anunciaron la instalación de carpas frente al edificio comunal, ubicado en el cruce de las calles Rivadavia y Pellegrini, y en el patio de la parroquia Nuestra Señora del Socorro.

Una lucha con antecedentes. No es la primera vez que se realiza en La Quiaca una medida de lucha encabezada por el padre Olmedo. El sacerdote participó en diferentes acciones de protesta por la situación social de la zona y, entre ellas, simbolizó crucifixiones. Además, tiene a su cargo decenas de comedores comunitarios que alimentan a 4.000 niños de hasta 12 años. "La Quiaca nuevamente se pone de pie para luchar por los derechos de los pobres excluidos a través de una medida extrema", expresó Olmedo a la prensa.