Pese a que no hay registro alguna del momento exacto en que comenzó a festejarse la Navidad, la conmemoración del aniversario del nacimiento de Jesús guarda dentro de sí una cantidad de costumbres propias de las distintas regiones del mundo donde es celebrada.
De los objetos que ornamentan las vísperas navideñas, ninguno es fruto de la casualidad. Cada uno de ellos devienen de una historia que revela su verdadero significado. Entre los adornos más simbólicos se encuentran el pesebre, el árbol de Navidad, además de, por supuesto, la imagen de Papá Noel.
El pesebre. La costumbre de armar una escena que refleje el nacimiento de Jesús data del año 1220, cuando San Francisco de Asís de regreso a Italia luego de un viaje a Belén -donde quedó asombrado por la forma en que festejaban la Navidad-, se encargó de pedirle autorización al Papa Honorio III, con el objeto de representar la imagen de la llegada de Cristo, mediante la creación de un pesebre viviente. De esta forma, el Santo popularizó lo que ahora es una costumbre.
El árbol. Por su parte, el hábito de adornar el árbol de Navidad se remonta a la tradición ancestral de los germanos, que rendían culto a los espíritus de la naturaleza y donde los árboles simbolizaban la fecundidad junto a la inmortalidad.
Esta costumbre, que terminó con la cristianización del pueblo germano, consistía en revestir los árboles que perdían las hojas durante el invierno para que los espíritus buenos que en ellos habitaban regresaran pronto; es a partir de esta creencia, que los lugareños comenzaron a adornar los pinos con piedras pintandas.
Otro relato sobre el origen de la costumbre de agiornar el árbol durante la Navidad, nació de una fábula europea que cuenta que durante una fría noche de invierno, un niño buscó refugio en la casa de un leñador que vivía junto a su esposa, donde lo recibieron con deliciosas comidas.
El mito narra que durante la noche, el niño se convirtió en un ángel vestido de oro: era el niño Dios. En agradecimiento a la pareja que los cobijó, el niño tomó una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos; así fue que el árbol comenzó a dar manzanas de oro y nueces de plata.
Papá Noel (ver nota aparte). Finalmente, sobre la imagen de Papá Noel –conocido como Santa Claus, Sinterklaas o Pere Noel, según el país, es necesario remontarse a la vida del obispo de la ciudad de Mira –ubica en la actual Turquía-, quien fue popular por su generosidad con los pobres.
Los ritos de armar un pesebre, adornar un árbol e imaginar la existencia de Papá Noel no sólo se extendieron por el resto del mundo, sino que son los principales símbolos universales de la Navidad, tan universales como la costumbre de desearles a todos, en todas partes, felices fiestas.