Sin que se hayan esclarecido todavía las circunstancias de la muerte del cura Juan Viroche, hallado ahorcado luego de recibir amenazas, el obispo Fernando Maletti, referente episcopal para la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, habló con PERFIL.
—¿La causa de la creciente violencia en los barrios es el narcotráfico?
—La causa social de la violencia es el estilo de vida que genera esta sociedad de consumo, de sálvese quien pueda. Se ve que un narcotraficante, en una telenovela, lleva una vida bárbara. La violencia está generada por la falta de oportunidades.
—¿Los jóvenes en situación de marginalidad quieren alcanzar ese ideal que se muestra de los narcos en televisión?
—Cada persona es un mundo y cada grupo tiene su estilo, por eso se pelean entre las bandas narco. Pero si podemos poner una variable común es, por un lado, la ausencia de oportunidades y, por el otro, el apetito de la satisfacción de ciertos ambientes que llevan al consumo y, por lo tanto, no ser dueños de sí mismos.
—¿Confían más en la protección de las personas comunes que en el Estado?
—Muchos bautizados tienen distintos niveles de trabajos en los Estados. También tenemos que mover a los católicos que están en funciones dirigenciales de justicia, de legislatura.
—¿Por qué son comparables las muertes de Viroche y de Carlos Mujica?
—No lo son. Cada muerte es diferente, pero me hizo acordar.
—¿Pero percibe en la actualidad un peligro comparable al de 1976?
—Siempre estamos en riesgo. También biológico, porque nacemos para morir. Pero este tipo de muertes acontece, muchas veces, ante la provocación que insinúa el tipo de tarea y el compromiso por los demás que se pueda tener.
—¿La muerte de Viroche fue un golpe para la Pastoral?
—Hay muchos y muchas que han dado la vida en este tema, también los que son víctimas y han caído en el narcotráfico, de tal manera que, si la muerte fuera por su trabajo con los adictos, anima más a los que estamos en esto a trabajar con ahínco.
—¿Para la Iglesia, la investigación judicial alcanza para esclarecer la muerte?
—Este es un proceso largo. El pedido de la Conferencia Episcopal Argentina, al igual que el del Arzobispado de Tucumán, es que se investigue. Y la actitud es no adelantarnos a la Justicia. Al mismo tiempo, nos sirve esta realidad para seguir visibilizando esta problemática atroz.
—¿Estaba al tanto de cuál era la situación en La Florida en relación con el narcotráfico y el crimen organizado?
—No conozco La Florida, no conocí al padre Juan pero sí estuve en Tucumán y la situación es muy grave como en todo el país. Hoy no hay lugar que sea fácil porque la droga ya no está más en las ciudades grandes. El botín está agotado, entonces se han corrido a ciudades más pequeñas, a localidades y parajes rurales. n