SOCIEDAD
en la Feria del Libro

El periodismo bajo fuego cruzado

Jorge Fontevecchia presentó su última obra con un debate sobre la situación de la prensa.

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| Cedoc

Esta tarde, el fundador del Diario Perfil, Jorge Fontevecchia, presentó su libro de entrevistas junto con un panel de periodistas que dialogaron sobre el momento que atraviesa la prensa argentina. El autor de Reportajes 2, compartió la mesa con Magdalena Ruiz Guiñazú, Nelson Castro, Luis Majul, Ernesto Tenembaum, Daniel Santoro y Joaquín Morales Solá.

Fontevecchia abrió el debate con la siguiente exposición:

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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“Esta mesa pretendió continuar el controvertido panel de la presentación del libro de Majul. “El dueño”, en el Congreso hace dos meses. Nos falta aquí Víctor Hugo porque un domingo a esta hora transmite fútbol y Editorial Sudamericana quería que fuera un domingo porque es el día de mayor concurrencia a la Feria. Pero se agrega Magdalena y nos pareció apropiado que se nos sumase Tenembaum porque su libro “¿Qué les pasó?” fue citado en aquel panel sin poder él respondernos. Aquel panel ya estuvo atravesado por las polémicas que generó la nueva ley de Medios y el enfrentamiento entre el gobierno y Clarín pero en estos meses las controversias alrededor del periodismo aumentaron geométricamente, tanto que el título del panel de hoy es “El periodismo bajo fuego”.

Vale preguntarse entonces ¿El periodismo bajo fuego de quien? Del Gobierno, claro, que agotados el FMI, Bush, las empresas españolas, Menem, los 90 o la dictadura, encontró en Clarín un “malo” de la talla adecuada como para producir una lucha épica mucho más llevadera que la que mantuvo con el campo. Pero también el periodismo está bajo el fuego de Clarín cuyos conductores parecieran haber perdido la eficacia que los llevó a la posición dominante que obtuvieron tras décadas de aciertos y ahora no paran de cometer errores como si fuera una máquina gastada. Su redacción reflejó desesperación amateur al pasar de aliado acrítico del Gobierno a opositor inclaudicable, dejando en evidencia que su línea editorial está guiada por los intereses comerciales. Y sus propietarios muestran pésimos reflejos políticos al dilatar el ADN de sus principales herederos aumentando el eventual perjuicio que pueda producirle el resultado y dañándose mientras no se produce. Clarín es al periodismo lo que Coca Cola a las gaseosas o Gillette a las máquinas de afeitar, por eso el desprestigio de Clarín afecta la consideración y la estima de todo el periodismo frente a la opinión pública.

Pero el periodismo también está bajo fuego de nosotros mismos, los periodistas, porque en el calor de esta confrontación muchos colegas sintieron, más que nunca, la obligación de colocar la militancia por sobre el periodismo: “se está de un lado o se está del otro”, desnaturalizando por completo la lógica interna del periodismo y confundiendo a la audiencia. Como la etimología lo sugiere, las personas somos pasivas frente a nuestra pasiones, las que padecemos. ¿Qué otra cosa si no es la miopía, y en casos más severos, la ceguera, del pensamiento reflexivo puede producir un estado de emoción exacerbada?

Otro momento donde el ánimo social se apasionó y el periodismo perdió mesura fue durante la guerra de Malvinas y el Mundial de 1978, donde en ambos casos el canal 7 cumplió un papel preponderante. Resultan sintomáticas ciertas similitudes: el canal oficial entonces y ahora, aumentó su audiencia significativamente gracias al fútbol. Se agrega una nueva tecnología: en aquella época la televisión a color ahora sería la televisión digital. Y en ambos casos en el horario central de la noche de canal 7 había y hay ahora también, un programa periodístico desde donde se hacia propaganda disfrazada de periodismo. Es sabido, pero no deja de ser curioso cada vez que se puede palpar, cómo los opuestos se parecen. Cómo aquel canal 7 de los militares y este del kirchnerismo tienen algunas semejazas. Y cómo –con distintos métodos, obviamente – también el terror, la beligerancia y la virulencia se emplean hoy para domesticar adversarios. Hay enormes diferencias de grado entre aquella época y esta y la comparación es una exageración, pero resultará útil si vale como antídoto para no se vuelva a confirmar aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

El periodismo está bajo fuego de la audiencia y quizás este sea el fuego más peligroso. De audiencias que, fogoneadas irresponsablemente por el Gobierno, se extreman en posiciones irreconciliables y claramente antidemocráticas. Por un lado, nos acusan de ser oficialistas ante la más mínima perdida de severidad en nuestro juicio sobre el Gobierno. Y, por el otro, se suman gustosos a marchas donde se nos escracha, denosta y agrede, por ahora solo verbalmente. Otra forma de este problema se expresará cuando Kirchner se vaya, que como todo algún día va a suceder. En ese momento el periodismo de calidad tendrá que volver a enfrentarse a una audiencia que, contagiada del mismo veneno de la ira, querrá tomarse venganza contra Kirchner y sus seguidores.

¿Cómo defendernos de este fuego cruzado? Con paciencia y confianza en nuestra tarea, sin desencantarnos de la audiencia ni de nuestros colegas ni de nuestra profesión, soportando la fortísima presión, esquivando la provocación que busca transformarnos en lo mismo y limitándonos a hacer sólo puro periodismo”.