La decisión de implementar por ley la obligatoriedad de la sala de 3 reabrió el debate sobre los beneficios que eso puede tener sobre los alumnos. “La meta de la sala de 3 años obligatoria es para construir una demanda de educación temprana que genera luego mayor igualdad”, declaró al respecto el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y aseguró que “duplica la posibilidad que esos chicos terminen el secundario”, en un contexto donde uno de cada dos chicos no lo termina a tiempo.
Para algunos especialistas, sin embargo, es mejor hablar de “universalización” por sobre “obligatoriedad”, y que el Estado garantice la educación temprana, pero sin obligación. Desde Cippec, por ejemplo, plantearon que “no existe evidencia contundente sobre la deseabilidad de institucionalizar a los niños desde una edad tan temprana”, y que sólo México, Perú y Venezuela son países donde esta iniciativa ya se aplicó, mientras que otros como Finlandia, Suecia, Canadá y Escocia, donde los resultados educativos suelen ser favorables, la obligatoriedad recién surge a partir de los 6 años.
Además, durante la exposición que hubo esta semana en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, Gala Díaz Langou y Alejandra Cardini, directoras del Programa de Protección Social de Cippec, advirtieron que el texto del Ejecutivo no contempla el impacto que tendría esta iniciativa en el presupuesto, y que todavía existen grandes brechas de acceso y cobertura. “En sala de 4, si bien es obligatoria, la cobertura en la región Centro es del 89,5%, mientras que en el NOA es del 74,8%. Con respecto a la tasa de escolarización de la sala de 5, si bien CABA presenta valores cercanos al 100%, algunas provincias oscilan entre el 80 y el 85%”, sostuvieron.
Por su parte, el ex ministro de Educación porteño Mariano Narodowski también se mostró cauteloso: en un artículo publicado en el blog Foro Económico planteó “algunas preguntas incómodas” respecto al tema en cuestión. “¿Por qué se presume que siempre más es mejor? ¿Tanta certeza existe en el Estado para obligar a las familias a que escolaricen sus niños a tan temprana edad?”, sostuvo, y advirtió además sobre un lado B que no debería escapar al debate, ya que “hay creciente evidencia de que la cantidad de horas que un niño permanece en el jardín puede constituir un factor de riesgo para su desarrollo socioafectivo”.