Tras la carta que se dio a conocer el viernes -una vez radicadas las denuncias ante la justicia tucumana y porteña- en la que una sobrina segunda del senador José Alperovich declaró haber sido abusada sexual y psicológicamente por su pariente y entonces empleador durante un año y medio, la joven pasó el día rodeada de amigas y familiares, en contacto con su abogado y pendiente de las redes sociales.
Según el círculo que la contiene y acompaña, informó el diario La Gaceta, la mujer está “asustada, preocupada por su seguridad, pero sintiéndose fuerte”. En Buenos Aires, la causa está en el despacho de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°10, a cargo del fiscal interino Santiago Vismara. En Tucumán, la encargada de investigar es la fiscal María del Carmen Reuter.
Pero la joven de 29 años también habló: “Estoy muy conmovida por la enorme solidaridad que recibí desde distintos sectores. Pido que se respete mi privacidad. Todo lo que tengo para decir lo expresé en la carta abierta. Ahora esperaré que actúe la Justicia y pido al Estado que resguarde mi seguridad”, dijo el viernes por la tarde, antes de que se presentaran los custodios de la Policía Federal que dispuso el fiscal porteño ante el pedido en la denuncia.
El ex gobernador no solo negó el hecho, sino que además aseguró que sufrió amenazas y que las denunció ante la Justicia. Sin embargo, desde el entorno de la víctima aseguraron no estar al tanto de esa acusación. “Informo que desde hace tiempo he sido víctima de amenazas y exigencias indebidas por parte de quien ahora se presenta falsamente como víctima, y ya con anterioridad promoví la denuncia y la investigación pertinente ante la justicia”, escribió el viernes Alperovich, cuando ya había estallado la denuncia.El representante de la víctima, Ricardo Santoro, fue contundente: “No sabemos nada de eso, jamás fuimos notificados de nada”, aseguró el letrado.
Además de los tuits donde vulnera los derechos de la víctima (ver aparte), Alperovich negó al diario tucumano su responsabilidad: “No hice nada”, indicó el senador, que está de viaje en Miami y dejó saber que va a volver al país antes del 10 de diciembre. Pretende ir a la asunción de Alberto Fernández.
Solidaridad. Ayer también trascendió cómo se preparó la joven para poder radicar la denuncia y decidirse a hablar. Su entorno dijo que, desde que dejó el espacio político del senador, empezó a tener asistencia psicológica y que esperó a después de las elecciones “para evitar que la denuncia sea tachada por tintes políticos”. En mayo, empezó a leer textos de otras víctimas, como el de la actriz Thelma Fardin, que el mismo viernes dio a conocer su apoyo a la mujer en Twitter. “Valiente la sobrina de @JAlperovichOK se animó a denunciarlo apropiándose de su historia, poniéndole nombre y apellido al monstruo que le quitaba la libertad. Nos tenemos, no nos callamos más; estamos sanando juntas”, escribió Fardin.
La denunciante armó el relato que dio a conocer el viernes durante meses, juntando situaciones de violencia que sufrió en Yerba Buena (Tucumán) y Puerto Madero. “Estoy acá contando lo que viví por mi seguridad pero también para que otras mujeres se animen a hablar. Hoy elijo no callarme nunca más”, escribió.
Reacción misógina
Lo que está ocurriendo alrededor de la denuncia por abuso sexual contra el gobernador de Tucumán, José Alperovich, da cuenta de varios puntos sobre los que desde los feminismos volvemos una y otra vez. Como que las violencias pueden tener lugar en cualquier estrato social y en cualquier ámbito (familiar y laboral en este caso); que la impunidad con la que se manejan aquellos agresores que cuentan con el poder como uno de sus privilegios da cuenta del machismo aún vigente en nuestra sociedad, que además naturaliza algunos comportamientos.
La reacción de Alperovich también es misógina: vuelve a violentar a la denunciante exponiéndola y lo hace desde el lugar de quien se sabe con poder.
Pero la denuncia además da cuenta de que las consignas del feminismo ilustran también la sociedad en la que muchas personas ya no queremos vivir y aquella que queremos construir.
Donde el miedo deje de estar del lado de las víctimas, donde no se naturalice ninguna práctica violenta y las instituciones den las respuestas acordes y necesarias a las personas que deciden recurrir a ellas. Donde todas las personas podamos vivir vidas libres de violencias.
Paula Rey, Responsable del área de Comunicación de ELA.