Alberto II no es un príncipe de apariciones espectaculares. De hecho, su familia ya perdió el glamour y el brillo que poseían hace décadas, por lo que el príncipe de Mónaco trabaja de forma más bien discreta con una infinidad de compromisos. Por eso no quiere fiestas en su cumpleaños 6, este miércoles, y desea aprovechar la fecha para promocionar una de sus mayores preocupaciones: la protección del medio ambiente. Un gran concierto celebrado en su honor en la catedral de Mónaco se realiza bajo el lema "Protege la Creación".
Alberto II, que lleva las riendas del pequeño principado desde hace doce años, consiguió deshacerse de la sombra de su padre Rainiero y de su madre, Grace Kelly, actriz hollywoodiense. Sus objetivos son claros: librar de la imagen de paraíso fiscal a su país, que desde siempre fue un paraíso de la jetset junto al Mediterráneo.
El soberano intenta mostrarse moderno y abierto. Comentó que puede imaginarse perfectamente jubilándose, es decir, no permaneciendo en el cargo hasta su muerte como suelen hacer los jefes de Estado que heredan el trono. Desde el punto de vista físico, dijo en una ocasión en una entrevista de televisión, los compromisos reales son agotadores. Pero la modernidad también tiene sus límites. Por ello, en la televisión francesa se refieren al príncipe como "Monseigneur", un título de distinción dentro de la desaparecida monarquía francesa.
Como hijo de Grace Kelly, Alberto sabe lo que significa ser el centro de la atención mediática. Estudió en Estados Unidos y desde fines de los 80 comenzó a involucrarse cada vez más en la administración del pequeño país. Tras la muerte de su padre en 2005, asumió la jefatura del Estado, cerró el capítulo de una más bien veleidosa vida privada y reconoció la paternidad de dos hijos que había tenido hasta entonces.
Cuando hace diez años cumplió los 50, el pueblo monegasco todavía esperaba una boda y su descendencia, una expectativa que cumplió. Hubo un casamiento deslumbrante con la nadadora sudafricana Charlène Witstock en 2011 y tres años más tarde nadieron los mellizos, el príncipe heredero Jacques y su hermana Gabriella.
El hombre que durante mucho tiempo fue considerado un eterno soltero, es ahora un padre cariñoso que suele reflexionar en público sobre cómo prepara a sus hijos para su futuro papel al frente del país. Los mellizos tienen ahora tres años y cada vez que participan de un acto público con sus padres se convierten en los protagonistas. El nacimiento de los mellizos cambió su vida por completo y trajo paz y estabilidad a una dinastía demasiado acostumbrada a las tragedias, los escándalos públicos y las frivolidades.