El material biológico hallado debajo de las uñas de Angeles fue determinante. Según consta en la causa, el cotejo realizado con el ADN del portero arrojó como resultado su perfil genético completo en una uña y parcial en las restantes. En cambio, en el análisis de las sogas e hilos que rodeaban el cuello y las extremidades de la joven de 16 años “no se pudo obtener material genético analizable”.
En la semana, la defensa del principal imputado sembró algunas dudas sobre el estudio realizado. ¿Se puede contaminar un ADN? ¿Cómo se protege la prueba? ¿Alcanza para esclarecer un crimen? Para responder estos y otros interrogantes sobre el valor de la prueba científica PERFIL consultó a tres reconocidos genetistas.
Para ellos es prácticamente imposible manipular una muestra genética. “Es improbable. Los laboratorios forenses cuentan con una metodología de controles internos (cadena de custodia) para evitar una manipulación dolosa”, asegura el genetista forense Juan Carlos Jaime, que actuó como perito de parte en el caso Dalmasso.
“Como en toda actividad humana existen posibilidades de cometerse errores pero no creo que éste sea el caso. La gente cree que el abogado, el juez y los testigos se pueden equivocar pero el que analiza el ADN, no. Puede tener errores y también intencionalidad, no se puede descartar nada pero en todos los casos lo que influye es la confianza que el juez deposita en el perito”, acota el director del laboratorio de ADN del Colegio de Farmacéuticos, Gustavo Penacino. El especialista explica que “en la escena se puede obtener ADN de mucho tiempo anterior al hecho criminal que se está investigando”.
Una vez que se obtiene un perfil genético de una muestra se debe realizar el cotejo con el perfil de referencia, es decir, el del sospechoso. En el caso de Angeles, al portero Jorge Mangeri le extrajeron muestras de sangre, cabellos y vello púbico que inmediatamente fueron cotejadas con el patrón genético hallado debajo de las uñas de la víctima. Si los perfiles son idénticos -como sucedió en el caso del principal sospechoso por el crimen de la chica de 16 años- se calcula un índice de criminalidad (o razón de verosimilitud) que le indicará al juez la “probabilidad” de que esa muestra pertenezca al sospechoso.
“Si el estudio está bien hecho, la certeza es prácticamente superior al 99,99 por ciento. Cuando hay coincidencia, el cálculo de certeza implica la chance de que aparezca otro ADN igual sin pertenecer a esa persona, esto solo se da en el caso de los hermanos gemelos. En materia de certeza no se incluye la posibilidad de error humano o intencionalidad, o es él, o no es nadie”, resume Penacino.
¿Se puede encontrar en una uña más de un perfil genético? “Sí. El profesional debe diferenciar si es compatible con la defensa ejercida por una persona hacia más de un agresor, o bien, es sólo un agresor y un ADN producto de contaminación. Adicionalmente, resulta muy improbable que debajo de nuestras uñas se encuentre ADN de algunos de nuestros compañeros de trabajo”, acota Jaime y completa: “En el caso de las sogas, la experiencia nos indica que sólo queda ADN de una persona, siempre y cuando ésta ha manipulado con fuerza este elemento o ha ejercido presión para ahorcar a otra. Recordemos el cinto de la bata que dio muerte a Dalmasso presentó un perfil masculino que no pudo ser identificado”.
La escena del crimen. Cuando los especialistas llegan al lugar del hecho comienza una minuciosa tarea que puede resultar decisiva para dar con la identidad del criminal. La prudencia, la organización y un trabajo metódico son los rasgos distintivos.
“Del cadáver se pueden levantar vestigios biológicos perteneciente al posible agresor como líquido seminal, sangre, pelos, saliva. El éxito del levantamiento de indicios biológicos depende de muchas variables como el estado del cuerpo, data de muerte, procesos de degradación y putrefacción, lugar de hallazgo del cadáver. Si está quemado o putrefacto es muy posible que estas evidencias se pierdan, no así la posibilidad de su identificación”, explica Jaime.
“La obtención de un perfil de ADN se basa en generar millones de copias de las regiones hipervariables del genoma que permiten diferenciar individuos, los llamados marcadores. Esta técnica generará fragmentos de ADN que se diferencian por el número de veces que se repite una determinada secuencia ubicada dentro de cada marcador. Para poder analizar estas diferencias se los separa mediante un secuenciador automático y luego es analizado con un software diseñado para comparar dos o más ADN”, explica a PERFIL la bioquímica y doctora de la UBA en el Area de Biología molecular, Verónica Ferreiro.
Así se obtuvo la prueba que puso contra las cuerdas al portero, cuando muchos pensaban que era un perejil.