SOCIEDAD
funciona en la base esperanza

La escuela en la Antártida no dará clases en 2021

Fue la única que no cerró nunca durante este ciclo lectivo, pero el año que viene no tendrá alumnos: para preservarlos del Covid-19, los científicos que llegarán entre diciembre y marzo no pueden viajar con sus familias.

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Juntos. Los 14 alumnos cursan distintos niveles y comparten un espacio común con el docente. | gza. base antártica esperanza

Por primera vez desde su apertura en la Base Antártica Esperanza, la Escuela Nº 38 Raúl Alfonsín no dictará clases en 2021. Y no se trata, como sí sucedió en las otras 24 jurisdicciones, de haber interrumpido las clases presenciales por la pandemia de coronavirus. La escuela más austral del país no dará clases porque no tendrá alumnos. 

Por decisión de la Cancillería, los ministerios de Defensa y Educación nacionales, los protocolos que establecen el recambio de dotaciones en la base argentina -que sucede entre diciembre y marzo de cada año- no permitirán que los científicos se instalen allí con sus familias. “Esta es una suspensión provisoria producto de esos protocolos”, explicaron a PERFIL desde el Estado Mayor Conjunto. 

Debido a esta situación, el gobierno fueguino no realizará la selección de los maestros antárticos, que normalmente son un matrimonio de docentes en actividad, residentes en Tierra del Fuego por al menos tres años y que presenten un proyecto educativo para alumnos de distintas edades, incluyendo talleres para toda la comunidad de la base.

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“Es un momento difícil la preparación de esta campaña que empieza en los primeros días de diciembre: la cantidad de científicos y personal que hace el trabajo permanente se ha reducido al mínimo posible y ya están trabajando con períodos de cuarentena, preparando material, con testeos todas las semanas”, agregaron desde el organismo que coordina la base. “La escuela es histórica siempre ha sido un símbolo y no se cierra ni mucho menos: queda suspendida”. 

Cómo funciona. La escuela ubicada en Base Esperanza tiene cuatro aulas: una sala de informática y biblioteca, una de nivel inicial, una de nivel primario y otra de nivel secundario. En este ciclo lectivo, que empezó en marzo y fue el único del país que no interrumpió el dictado de clases presenciales en ningún momento, cursan 14 alumnos: dos en el nivel inicial, siete en el nivel primario y cinco en el secundario, todos hijos de distintos matrimonios que residen en el lugar.

Los maestros son Mariana Ibarra y Víctor Navarro -quien también oficia de director-, y que, junto a sus hijos, repitieron la experiencia que ya habían atravesado en 2018. 

Pero este año la experiencia se volvió particular, ya que cuando el resto del país estaba aislado, en la Antártida no impusieron restricciones: no se registró, hasta ahora, ningún caso positivo de Covid-19. “Cuando uno viene a la Antártida se prepara para el aislamiento, para que en algún momento nos quedemos sin medios de transporte porque, por la geografía del lugar, los vuelos a la base se suspenden y reducen al mínimo. El avión ameriza en el glaciar Buenos Aires sólo por alguna razón de emergencia. Así que estamos preparados para estar solos”, contó en mayo a PERFIL.