A simple vista parece una de las clásicas zonas residenciales de San Justo, donde sólo algunos automóviles y transeúntes interrumpen la sosegada vida de una calurosa y tranquila tarde de verano dominical. Pero en esa localidad, en la calle Anchoris, “habita” un mundo desconocido para la mayoría de los argentinos. Se trata del un templo del grupo religioso Creciendo en Gracia –que cree que su líder, José Luis De Jesús Miranda, es Dios en la Tierra– , y está haciendo pie en el conurbano.
Cerca de las 6.30 de la tarde, el pastor del centro educativo (como llaman a cada una de sus sedes) de San Justo, Vicente Martín Rueja, abre las puertas del local que separa al mundo real de calor y concreto de ese “mundo” donde no hay muerte, enfermedad, ni pecado (como ha sostenido su fundador que tiene un pasado de presidiario y drogadicto).
Rueja dirige uno de los seis centros que tiene la organización en la Argentina, donde el grupo se instaló en 1997 (fijando su casa central en Rosario), y de las 327 filiales que posee la agrupación a nivel mundial. Este movimiento ha crecido de forma sostenida en los Estados Unidos y Latinoamérica, desde que en 1986 De Jesús inscribió legalmente a la agrupación como Ministerio Internacional Creciendo en Gracia. Trece años después de lo que él mismo denominó la “revelación”: “ Cuando Jesús se me metió adentro y me dio su mente, mientras me visitaban ángeles en un sueño”, ha señalado el puertorriqueño de 62 años para explicar que él es Jesucristo hombre y representaba la segunda venida de Jesús.
Posteriormente, el carismático predicador –que tiene su cuartel general en Florida– que busca prensa a través de la polémica, afirmó que sus enseñanzas sustituían a las de Jesús y se proclamó como el Anticristo. A partir de ese momento, él y sus seguidores se tatuaron un “ 666’’ (número del Anticristo) provocando protestas y la prohibición de ingresar a ciertos países.
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