Atravesaron el auto delante del garaje y esperaron. Segundos. Ni diez antes de que saliera la primera persona
—¿Qué hacen acá? Corran el auto.
— Yo soy la nieta de Carlos Saúl Menem, vine a verlo y no me voy a mover de acá hasta que venga. Necesito hablar con él.
La primera vez que vio a su padre estaba muerto. Antonella Carla tenía seis años cuando su mamá la llevó hasta el cementerio islámico de San Justo. Aunque estaba cerrado, les permitieron pasar y la nena pudo dejar cinco rosas blancas y un dibujito en la tumba de Carlos Menem Junior.
Agarrada de la mano de su madre, lloró con la vista fija en la placa de cemento recién colocada. Una mezcla de pena y emoción: nunca lo había tenido tan cerca. Era el 16 de marzo de 1995 y el hijo del presidente se había estrellado con su helicóptero el día anterior, sin conocer a su hija.
De estar vivo, hoy Junior tendría 40 años y sería abuelo de Dylan Valentín, el bebé que Antonella dio a luz a los 18. El bisnieto de Carlos Saúl y Zulema Yoma.
Hubo una prueba de ADN que dio el 99,9% de parentesco. Se hizo seis meses después de la muerte de Carlitos y fue la única vez que la familia estuvo más o menos reunida. Recordaban a Amalia Pinetta de la única noche que había pasado con Junior en La Rioja y aceptaron el análisis extrajudicial con la esperanza de que su nena fuese también la hija de Carlitos. Zulema, Zulemita y el ex presidente dieron su sangre esa tarde, pero luego no reconocerían públicamente el resultado concluyente: Antonella es Menem.
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