Los anteojos oscuros no sólo la protegían del sol, en la aún tibia mañana del sábado 13, sino que también ocultaban noches de angustia. Por la vereda del Instituto Fleni, Ginette Reynal (49) caminaba de una esquina a la otra. Su esperanza la llevaba depositada en dos Rosarios que pendían de su cuello, y otros dos en su muñeca izquierda.
Delgada, bella aún sin maquillaje, la ex mannequin dejaba un surco imaginario en las baldosas, no por el peso de su cuerpo, sino por la enorme carga emocional que llevaba encima. Un mes atrás, la vida le sonreía y, de pronto, el mundo se derrumbó: a Miguel Pando (49), su marido desde hace 15 años, le habían descubierto un tumor en el cerebro.
La pareja había recibido el 2010 rodeada de felicidad, junto al hijo que tienen en común, Gerónimo (12), más los de ella, Mía (18) y Martín (17), fruto de su unión con Manuel Flores Pirán. Luego de las fiestas partieron de viaje a Bariloche. Allí los esperaba un grupo de amigos. El plan “vacaciones” estaba en ejecución, cuando el polista comenzó a sentir síntomas extraños. Leves mareos que luego se acrecentaron, y pérdida de memoria.
Para no interrumpir los buenos momentos que estaban disfrutando, Miguel intentó minimizar su malestar, pero la decidida actitud de Ginette hizo que el matrimonio retornara inmediatamente a Buenos Aires para develar qué estaba sucediendo. En el primer estudio se detectó lo peor: un tumor cerebral.