Puede parecer un delito complejo pero no lo es. Las bandas dedicadas a los secuestros virtuales o simulados no utilizan mayor inteligencia que la sagacidad y la actuación. Utilizan herramientas básicas y al alcance de todos: un celular y una guía telefónica. Con malicia, llaman a teléfonos de línea a la madrugada, cuando las víctimas tienen la guardia baja. Ahora, incluyeron una nueva artimaña para conseguir información fehaciente: pueden utilizar Facebook para dar mayores precisiones sobre la vida personal de los engañados y así lograr un efecto de credibilidad aún más poderoso que los gritos y amenazas que se escuchan del otro lado de la línea.
El mecanismo, un poco más elaborado, sigue siendo sencillo: si el usuario es público y tiene su nombre y apellido, y su ubicación reales, pueden buscar esa identidad en la guía y marcar el número de teléfono. Por esa razón, al atender, el simulacro puede ser más efectivo.
Si bien aún no se reflejan en las denuncias que se realizan en la Justicia, los fiscales que integran la Comisión de Secuestros Virtuales creada por la Procuración General de la Nación el año pasado, están alertas y no descartan que esta nueva metodología se sume a otra ya detectada: los delincuentes llaman por la tarde haciéndose pasar como encuestadores y, de esa manera, logran obtener información para el golpe que realizarán horas más tarde. Pero el patrón general es “al voleo”. Cualquiera sea el modo, los fiscales elaboraron una serie de recomendaciones (ver aparte) para evitar ser una víctima más de este montaje.
Las organizaciones dedicadas a estos engaños están conformadas por, al menos, tres personas con roles bien delimitados: uno de ellos llama llorando a un domicilio simulando ser un familiar secuestrado, mientras otro exige la entrega de dinero a cambio de la liberación. Cuando la víctima cae, le solicita que deje el rescate en un punto cercano a la vivienda. En algunas oportunidades, piden que se deje en una bolsa al lado de un árbol, en un comercio, o que lo tiren por la ventana. El botín será recogido por el tercer cómplice que espera en la zona donde realizaron el llamado.
Logística. Si bien se han desarticulado un par, es difícil dar con las bandas debido a la facilidad con la que acceden a líneas telefónicas mediante “chips” que descartan una vez consumado el delito. Además, utilizan vehículos de alta gama para no llamar la atención, que van rotando para no ser detectados. Los investigadores creen que pueden ser el derivado de los secuestros virtuales que se realizaban desde las cárceles.
El método para encontrar a la víctima es casi una lotería: pueden llamar a un edificio entero hasta encontrar al indicado. Ese fue el caso de la periodista Sandra Russo, panelista de 678 y autora de la biografía de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Tal como ella misma relató en su programa de radio, los delincuentes usan “el terror” para vulnerar a las víctimas. Russo entregó a los ladrones 50 mil dólares –producto de una herencia, según indicó– porque creyó que su hija había sido secuestrada.
“Notamos que hay una gran cantidad de personas que no caen. Escuchan por tres o cinco minutos y cortan la comunicación. Tienen que saber que es importante para desmantelar a las organizaciones que ellos también hagan la denuncia, por más que no hayan pagado rescate”, destaca Horacio Azzolín, integrante de la comisión de Secuestros Virtuales, quien remarca la vital participación de las empresas de telefonía para terminar con el delito. “Les pedimos colaboración para entregar los informes solicitados con mayor velocidad y que se impongan mayores controles a la entrega de líneas y celulares”. En la actualidad, para conseguir un chip no se solicita identidad ni domicilio, una ausencia de control que alimenta el mercado de robo de celulares.