Lejos de la fiebre que cada cuatro años tiñe todo de celeste y blanco, “los antimundial” se la rebuscan para escaparle a los gritos de gol. Ellos aluden distintas razones: sociales, políticas o falta de interés en el fútbol, para alejarse del fanatismo que despierta la selección nacional.
“No me gusta el fútbol, no veo partidos durante el año, no me voy a poner a verlos ahora. No me emociona ver a 22 hombres corriendo detrás de una pelota”, explica Florencia Pietra, especialista en marketing de moda que mientras juega Argentina, en lugar de pintarse la cara con la bandera albiceleste y sentarse a ver los partidos, elige ir de shopping. “Mi novio se fue a Brasil. Yo aprovecho el tiempo de los partidos para comprarme ropa porque los locales están vacíos, realizo paseos culturales o asisto a muestras que habitualmente están colmadas de público”, cuenta.
Rocío Hernández (32) es profesora de inglés y aprovecha los partidos de Argentina para hacer “combinación de caramelos”.“Me la pasé durante los noventa minutos del partido contra Bosnia jugando al Candy Crush. Todos festejaron los goles y yo no. Ver las casas y autos con banderas me parece una falsedad. Cuando doy mi opinión sobre el tema me señalan de antinacionalista, pero la realidad es que en ninguna fecha patria se ven tantas banderas como ahora”. dice. Rocío además debió adaptar contenidos escolares a la Copa de Fútbol, muy a su pesar. “Creo que hay chicos que tampoco quieren hablar de fútbol o no les interesa tener que trabajar la temática en todas las materias, los cansa”, confiesa.
Pero los escapistas del Mundial no son sólo mujeres. El periodista y sociólogo Diego Rottman creó en el Mundial de 2006 la revista virtual Sebreli, como homenaje al intelectual crítico de este deporte. Este año diseñó la tapa inspirándose en “World Cup Heroes”, una serie de seis portadas diferentes de la versión británica de Esquire.
En la edición 2014 propone un “kit antiemergencia para partidos” y menciona a abanderados de los antimundial como Alfredo Casero, Jorge Lanata, y otros. En el Mundial pasado proponía una guía para mundialofóbicos y sugería a los varones “conocer mujeres mientras los otros hombres miran el Mundial”.
Según una encuesta de la consultora Polldata realizada entre 1.200 personas de todo el país, tres de cada diez argentinos se interesan “poco” o “nada” en el Mundial (ver aparte).
Esto también se traduce en las redes sociales y allí también se encuentran los opositores al Mundial. Odio al Fútbol es uno de los más de treinta grupos que existen en Facebook y cuenta con 24.797 personas. Nicolás Due vive en Río Gallegos y es uno de los usuarios que comparte su desamor a la redonda de cuero. “Desde chico odio al fútbol y encontré otros hobbies más interesantes. A los hombres nos imponen ese deporte como si fuera el único que existe, es lamentable”, sostiene. Su esposa Sara coincide con él y cuenta que “padecen los festejos de pirotecnia o gritos de los vecinos por cada gol de la Selección”.
Pero ser antimundial no significa ser antifútbol exclusivamente. Es el caso de Miguel Sette, “cuervo hasta la médula” –según se define–, pero que sufre los partidos de la selección. “Sólo me interesa que llegue el 23 de julio, que ese día juega San Lorenzo la semifinal de la Copa Libertadores.
Mi esposa me carga porque me molesto por el merchandising exagerado de las banderitas o el ritual de toda la familia con la camiseta, del que yo huyo”, confiesa.