SOCIEDAD

Los lujos y excentricidades en la vida de Sergio Schoklender

El estilo de vida del ex apoderado de las Madres tiene poco que ver con el sueldo que cobraba en la asociación. Apuestas, una mansión y viajes en jets privados.

Sergio Schoklender. El ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo mantiene una lujosa vida que poco tiene que ver con sus ingresos en la asociación.
| Cedoc.

Pocos empleados pueden ganar algo más de 5 mil pesos mensuales, visitar asiduamente un casino, mantener una mansión de 19 habitaciones y viajar en jet privado. Pocos o casi ninguno. Pero Sergio Schoklender, sí.

El hoy ex apoderado de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo pasó buena parte de su vida en prisión por el doble homicidio de sus padres. En la cárcel –donde se recibió de abogado- conoció a Hebe de Bonafini, titular de Madres, dos años antes de ser liberado al morigerar su condena.

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En las primeras salidas, comenzó a trabajar en la informatización del archivo de Madres. Sin techo en el cual cobijarse, se fue a vivir con Bonafini y su hija, Alejandra. Ella adoptó un hijo. Él encontró, aparentemente, la estabilidad que no había tenido con su propia familia biológica.

Un vecino inquieto.  Años atrás, la revista Noticias reveló que Schoklender alquiló con su pareja una fastuosa propiedad en el country Highlands de Pilar, valuada en 400 mil dólares. A pesar del malestar de los vecinos por la presencia del parricida, el matrimonio buscó replegarse con la mayor discreción posible, sin perder el acceso a todos los beneficios y prestaciones de los socios del barrio cerrado.

En 2008, el ex asesor de Madres compró una mansión en José C. Paz. La propiedad cuenta con 19 habitaciones, 14 baños, cancha de tenis y fútbol, y hasta pileta olímpica. Por si fuera poco, pasea en jets privados también alquilados, cuyo precio –estimado en unos 7 mil dólares- excede los ingresos mensuales que Schoklender percibe por su aporte a Madres.

El propio Schoklender había confesado, antes de adquirir la propiedad, que era una "casa delirante". Por esta compra, fue denunciado por diputadas de la Coalición Cívica, en torno a la sospecha de lavado de dinero.

Si bien hoy está peleado con su hermano, Sergio decía en 1995: “Voy a seguir acompañando a mi hermano Pablo. A preservar este espacio familiar que adquiere tanta importancia para mí y con mi trabajo para las Madres”. “Del problema carcelario no podré desvincularme. Seguramente voy a matricularme de abogado para dar una mano en todo lo que pueda”, agregaba.

Dieciseis años después, ambos hermanos rompieron lanzas. El peso de los fondos a administrar en la asociación fueron suficientes para terminar de forma abrupta una relación que parecía inquebrantable.