“Salir de la globalización de la indiferencia y conmovernos por lo que le pasa al otro”. “La Iglesia argentina en primera línea para asistir a los necesitados”. Esta referencia a la celebración de los obispos argentinos en una misa de Acción de gracias para homenajear a las cocineras de los comedores comunitarios que dan de comer a miles de necesitados se presenta en primera plana en la edición del L´Osservatore Romano de esta semana. La cobertura de la celebración, su significado y declaraciones oficiales posteriores ocupan íntegramente la página 7 del periódico vaticano en lengua española.
El presidente de la Conferencia Episcopal recordó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces y el descuido inicial de los apóstoles que se olvidaron de la compasión que Jesús les había enseñado y se despreocuparon de la multitud que tenía hambre y nada que comer. “Yo también soy responsable de la necesidad de mi hermano. No me puedo lavar las manos. Somos hermanos. No me puedo desentender. Cada uno sabe qué grado de responsabilidad puede tener con respecto a su hermano”, señaló el prelado. Y recalcó la urgencia de acabar con la globalización de la indiferencia: “Cómo nos ha pegado esta cultura, esta globalización de la indiferencia, esta dureza de corazón. ‘A mí qué me importa. Es un problema de él, que se arregle como pueda. Esto está tan metido adentro de nosotros y es tan contrario al Evangelio”.
En conversación con L’Osservatore Romano y Vatican News, monseñor Ojea rememora el “profundo espíritu de religiosidad con el que se vivió la ceremonia” y destaca el “trabajo inmenso de oración, caridad y servicio” de las comunidades eclesiales y “las tareas de promoción humana y evangelización” que realiza la Iglesia en las poblaciones pobres. Con una alusión particular a los comedores comunitarios y los bancos de alimentos: “Sentarnos a la mesa nos iguala porque todos reconocemos que no somos autosuficientes y que dependemos de la naturaleza para subsistir, desde aquel que ocupa el primer lugar hasta el último”, reflexiona el perlado. Y agrega: “En un momento de emergencia socioeconómica como el que atraviesa la Argentina, las madres que cocinan son artesanas de paz”. Quienes reciben asistencia suelen ser niños, ancianos, desempleados o familias en situación de pobreza extrema. También muchachos con adicciones. Se trata de realidades altamente complejas y que requieren un abordaje integral.
L´Osservatore Romano de esta semana: cambio climático, "desiertos de agua" y naciones en guerra
El portavoz de la Conferencia Episcopal Argentina, el padre Máximo Jurcinovic, en conversación con L’Osservatore Romano y Vatican News, explica las tres “C” de la muerte que imperan en los barrios marginales: “Calle, cárcel o cementerio. Ahí es donde terminan muchos jóvenes”. Y recalca cómo la Iglesia se esfuerza por reconducirlos hacia otras tres “C” de vida: “Club, colegio y capilla”. “A estos muchachos los rescatan de la muerte y los llevan a comunidades donde pueden salir adelante”, especifica el padre Jurcinovic. "Los jóvenes pueden reencontrarse a sí mismos y además redescubrir la vida después de haber estado en el infierno, nos dan ese testimonio pascual”, valora monseñor Ojea. El padre Jurcinovic recuerda que ante de la misa de homenaje a las cocineras reconoció a un joven de los Hogares de Cristo que ayudaba a preparar el templo con gran pasión: “Me dijo: es lo mínimo que puedo hacer por el padre Tano (su párroco) y por esta comunidad porque a mí me salvó la vida’. Alguien que ha sido ayudado por las comunidades y las parroquias después se pone al servicio de los demás. Me conmovió profundamente”. Y remarca que estas historias confirman “la importancia del servicio a los pobres y la necesidad de salir, como dice el Papa, de la globalización de la indiferencia y de pasar a la capacidad de conmovernos por lo que le pasa al otro”.
El portavoz concluye con una reflexión sobre el mensaje que transmite la Iglesia con estos proyectos: “Nadie se salva solo, nos tenemos que unir y articular para acompañar y salvar a los que más lo necesitan y que no se pierda el valor de la solidaridad”.
El Papa y su intervención sobre la inteligencia artificial en el G7
“Hablar de tecnología es hablar de lo que significa ser humanos y, por tanto, de nuestra condición única entre libertad y responsabilidad; es decir, significa hablar de ética”. Relanzando el hashtag #IA #G7, el Papa resumió así en @Pontifex el sentido de su discurso sobre el tema de la inteligencia artificial en la Cumbre de los siete países más industrializados, que se clausura clausuró el 15 de junio en Borgo Egnazia, en Apulia, Italia. El post de la cuenta pontificia en X apareció hacia las ocho de la tarde del viernes 14 de junio, cuando la visita del Papa Francisco a la localidad de Brindisi elegida por el Gobierno italiana para acoger a los “grandes de la Tierra” tocaba a su fin.

Tras algunas conversaciones privadas por la mañana y la participación en la sesión conjunta a última hora de la tarde el Obispo de Roma reanudó su serie de encuentros bilaterales: primero con el Presidente de Kenia, William Samoei Ruto, después con el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y por último con el Presidente de Estados Unidos, Joseph Biden. Con el primer ministro indio, Narendra Modi, y con el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el encuentro y la conversación tuvieron lugar al margen de la sesión de la tarde. Finalmente, tras un saludo privado con la presidenta del Consejo de Ministros de la República Italiana, Giorgia Meloni, hacia las 20.45 horas, Francisco subió al helicóptero que despegó del campo deportivo de Borgo Egnazia rumbo al Vaticano. Con esta edición del periódico oficial de la Santa Sede se publica en su totalidad la intervención del Pontífice.
Entre varias consideraciones, el Papa Francisco expresó: “Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas. Necesitamos garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre el proceso de elección utilizado por los programas de inteligencia artificial. Está en juego la misma dignidad humana. Precisamente sobre este tema, permítanme insistir en que, en un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas “armas autónomas letales” para prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y significativo. Ninguna máquina debería elegir jamás poner fin a la vida de un ser humano”.
El pedido por Congo
En la República Democrática del Congo “hay que hacer todo lo posible para detener la violencia y salvaguardar la vida de los civiles”. Lo pidió el Papa al final del Ángelus del 16 de junio, entristecido por las informaciones sobre “enfrentamientos y masacres en el este” del país africano.
Hablando a mediodía desde la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico Vaticano, antes de dirigir el rezo de la oración mariana con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro y con los que le seguían a través de los medios de comunicación, el Pontífice comentó como de costumbre el Evangelio del domingo, que en esta ocasión hablaba del tema del Reino de Dios a través de la imagen de la semilla (Mc 4, 26-34). El texto completo de la homilía del Papa Bergoglio se publica, como es habitual, en forma completa y oficial con esta edición del L´Osservatore Romano en español.
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