SOCIEDAD
REPORTAJE EN LA FERIA DEL LIBRO

Marcos Aguinis: "El kirchnerismo fue un régimen inmoral"

El intelectual presentó su último libro, La novela de mi vida, en un entretenido mano a mano con Jorge Fontevecchia.

Aguinis, junto a Fontevecchia, en la Feria del Libro 2016, durante la presentación de "La novela de mi vida".
| Perfil.com

Con la precisión analítica que lo caracteriza, el escritor y ensayista Marcos Aguinis presentó en la Feria del Libro su nuevo libro La novela de mi vida, acompañado por el CEO de Perfil, Jorge Fontevecchia, quien ofició de entrevistador. A través de preguntas que fueron desde lo político hasta lo íntimamente personal, Aguinis desarrolló con humor y recuerdos una semblanza sobre la historia y actualidad de la Argentina.

—Hace 28 años escribiste Un país de novela. En enero cumpliste 81 años. Quiero usar como espejo tu libro 'La novela de mi vida' para repasar la novela de la vida argentina desde 1945. Fuiste un testigo privilegiado de ese período. ¿En qué se diferencia la actual grieta de aquella grieta entre peronistas y antiperonistas?

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—Merece una honda meditación. Era un tiempo en que estaba terminando la Segunda Guerra Mundial y estábamos conmocionados por las evidencias que se iban manifestando sobre los campos de concentración. El nazi-facismo implosionaba en Europa. La Argentina era un lugar donde estaba a punto de querer renacer, con los mismos elementos que allá fracasaron. La promesa de obras, el concepto amigo-enemigo. En aquél tiempo prevalecía la cultura de los valores. La cultura el estudio, la decencia. Recuerdo que si alguien cometía alguna estafa, nadie de esa familia se animaba a salir a la calle. Había que estudiar. Y el maestro era una personalidad respetada y admirada. No es lo mismo llamarlo "trabajador de la educación" que maestro. Todo esto se fue deteriorando con bastante rapidez.

En la universidad estaba el peronismo. Los dirigentes de la Confederación General Universitaria (CGU) no hacían cola como los demás estudiantes. Al asistir a una mesa examinadora, se presentaban en una mesa aparte y tomaban otro examen de manera secreta. Vaya uno a saber qué hacían realmente allí. Se notaba un deterioro gravísimo tanto en material cultural como en materia educativa. Hay elementos parecidos, pero en aquél momentos teníamos la herencia positiva que venía del siglo XIX, la cual todavía se tomaba en cuenta. Ahora estamos huérfanos, más empobrecidos. Si no se hace trampa, ¿cómo se va a acumular dinero?, si no se hace trampa, ¿cómo se va a ganar un concurso?.

—¿Cómo era ser estudiante tanto con un gobierno peronista como en uno no peronista?
—Yo estaba en medio de mis estudios cuando fue lo del 55. Estaba en Córdoba. Se salió de una etapa en donde había mucha represión. Los estudiantes no podían hablar. Entonces apareció la FUBA y muchas manifestaciones de carácter libertario. Se comenzó a hablar, se podía discutir. Se creía que la cosa iba cambiando para bien. Pero se comenzó a idealizar un totalitarismo de izquierda. Se produjo la Revolución Cubana. Durante varios años fue súper idealizada. Toda la juventud apoyó la caída del dictador Fulgencio Batista pero no se sabía aun a dónde iba el nuevo régimen. El Che Guevara, que fue a la misma escuela en donde yo estudié en Córdoba, era un homofóbico. Tal vez cuando era chico le pasó algo feo, no sé. Pero a los homosexuales los arrodillaba y les pegaba un tiro en la nuca. Hay agrupaciones sociales hoy que tienen al Che en sus fotos. La ignorancia es una costumbre por lo visto. En fin, conocí a monseñor Antonio Quarracino y tras un viaje a Cuba me confesó: "Cuba se ha sovietizado. Entró en una etapa burocrática de momias".

"El Che Guevara era homofóbico. Les pegaba un tiro en la nuca a los homosexuales"

—¿Qué opinión tenés de quienes adhieren al kirchnerismo y quienes se oponen a él? ¿Se incentivo algún odio o por el contrario se minimizó alguna otra expresión?
—Me da la impresión que el kirchnerismo pensó que eran eternos. Pensaron 'total, nosotros seguimos'. Se pensó que después de Cristina, venía Scioli y luego de él venía el Principito. El hecho es que están perdiendo relevancia. Y están perdiendo relevancia dentro del Partido Justicialista. Esto les da mucha rabia, mucha desesperación. Lo que dijo Ricardo Forster de que quiere que al Gobierno le vaya mal es el pensamiento de una secta, de fanáticos. Pero son cada vez menos.

—Las redes sociales, que no existían en el 55, ¿multiplican la grieta ahora?
—Tu pregunta es muy interesante. Yo diría que lo que hacen es facilitar la catarsis. Las redes sociales no modifican demasiado las opiniones. Están llenas de insultos, no hay un pensamiento transformador. (...) Las nuevas generaciones son más frontales. Hay un cambio generacional que trasciende a la ideología. Hace mucho tiempo que se menciona la rebelión de los hijos contra los padres. Ahora dicen que son los padres los que se rebelan contra los hijos. Las nuevas generaciones están atravesadas por el desarrollo tecnológico. Estamos más informados. Borges leía la Enciclopedia Británica, nosotros consultamos Google. Pero esto no sé si hace que la gente sea mejor, no lo sé. ¿No será que hay cierto ruido que nos lleva a creer que hay cambios y en realidad no hay tantos? Lo que sí noto que existe es una situación que es difícil de expresar pero que es una suerte de desorientación juvenil, que lleva a la droga.

—¿Qué te generó el ataque a Zannini?
—Lo estuve pensando. En principio no me gusta la violencia. Esto fue lo que me salvó de unirme a organizaciones guerrilleras. Cuando yo era de izquierda, hacían cola los movimientos para pedirme que me sume. Yo era el gran rebelde...

—Escribiste la Cruz Invertida
—Exacto. Pero todo esto me hizo pensar que el escarcha es una manifestación preparada, organizada y con un objetivo previamente diagramado. En cambio, el repudio es espontáneo, no está preparado. Lo de Zannini fue un repudio, no fue un escrache. Este tipo de repudios no los podemos frenar. Pero podemos pedir que no se pase a la acción. No podemos prohibir el repudio, que es legítimo.

"El repudio a Zannini no fue un escrache. Fue un repudio y no lo podemos prohibir porque es legítimo"

—En un reportaje de Clarín, te preguntaron si te molesta la calificación de "gorila". ¿Por qué te ven así?
—Algunos me habrán visto escapar de la jaula de algún zoológico (risas). Uds saben que Pichetto me citó en la Cámara del Senado cuando estaba haciendo el panqueque, cuando fue la votación de los holdouts. Dijo que yo era un gorila. En primer lugar, estoy sorprendido. En segundo lugar, halagado que un senador se acuerde de mí. Pero que me llamen gorila tiene un riesgo que es la zoologización del adversario, que es una técnica vieja. A los judíos les decían ratas y cucarachas. Un animal "piensa peor" que un ser humano. Sin embargo, también podríamos pensar que muchos gorilas son más inteligentes que muchos peronistas.

—¿Puede haber algo de que joven se es socialista y de grande conservador?
—Los conservadores ahora son los socialistas. La izquierda se ha vuelto conservadora. La izquierda apoya a Irán, apoya a los peores regímenes islámicos que someten a las mujeres. Apoyan a Corea del Norte. Es lo más reaccionario y arcaico que hay. Se habla de respetar los derechos humanos, pero de Cuba nadie dice nada.

"Calificar de 'gorila' a alguien es practicar la zoologización que también se usaba contra los judíos"

—En aquél reportaje de hace seis años, dijiste que “cuando uno es joven y no es de izquierda, no tiene corazón. Y cuando uno es viejo y sigue siendo de izquierda, no tiene cabeza
—(Risas) Gracias por el recuerdo. Sigo pensando lo mismo.

—Aquél Aguinis que a los 35 años ganó el Premio Planeta, el intelectual rebelde de la Argentina, ¿hubiese apoyado la candidatura de Lopez Murphy en 2003, y la de Macri ahora?
—Probablemente las ideas que prevalecían en aquel momento me hubiera aconsejado otra opción. Estaba contaminado por ideas que me hacían creer que la Revolución Cubana estaba bien encaminada.

En cuanto a los grupos intelectuales progresistas, dijo: "Hay una confusión con respecto a las palabras. Efectivamente no es lo mismo los liberales de Estados Unidos, con los liberales de acá que no son progresistas. Acá, la izquierda apoyó dictaduras y al peronismo. Hay una confusión muy grande y no se sabe a dónde se quiere llegar. Ahora nos damos cuenta que hay ciertas tendencias que llevan a un progreso genuino y que está inculcado con ciertas normas de respeto a la ley. Cuando eso se deja de lado, nos empieza a ir mal.
Cuando un movimiento revolucionario pretende la libertad igualada, pero luego viene la guillotina, a dónde llegamos. Hay una tradición de no saber de qué estamos hablando. En Cuba de habla de libertad, pero luego se grita contra algunos "¡Paredón, paredón!". En Argentina nos pasó. Se confundió los lemas populistas con la falsa libertad".

—¿Qué pasó con la denuncia por "traición a la patria" que recibieron vos y otros intelectuales?
—No sé porqué me acusaron. Seguro que por las denuncias que hacíamos contra la corrupción. Pero creo que tenía que ver con el caso Nisman. La denuncia de su asesinato. Y digo asesinato. La denuncia por traición a la patria la hizo el abogado Juan Labaké, que es un dirigente peronista del peronismo reaccionario, y es antisemita. No le resultó difícil meternos en la misma bolsa. También habría una manifestación previa respecto una carta de lectores que publicó Aníbal Fernández en donde me decía que yo banalizaba el Holocausto por haber comentado que los militantes de la Tupac Amaru, de Milagro Sala en Jujuy, hacían un saludo similar al saludo de las juventudes hitlerianas. El saludo nazi. Hasta hubo judíos que me acusaron de banalizar el Holocausto, pero evidentemente hay algunos judíos que no son inteligentes.

—Vos fuiste crítico del kirchnerismo desde el comienzo. En 2014 fue más generalizada la crítica. ¿Hay alguna diferencia entre quienes lo criticaron desde el comienzo como vos y el resto?
—Creo que sí. He escuchado repetir, de gente que me quiere, que dicen que tengo cualidades proféticas. Esto no es así pero sí he acertado muchas veces. Se dice que en la Cruz Invertida anuncié todo lo que pasó en toda la década siguiente a su publicación. El protagonista de la Cruz Invertida anuncia en cierta manera además al papa Francisco. (...)Pero no se trata de una profecía, sino de la percepción de lo que es inmoral. Empecé a notar que había una falla grave... En el modo en que trataba Néstor Kirchner a sus ministros, etc... Esto y otras cosas me llevó a desconfiar. Y ahora aparecen las evidencias. Fue un régimen inmoral. Ahora se explican todas las cosas extrañas.

—¿Creés que lo inmoral se toleraba antes por cómo se desarrollaba la economía?
—Es una pregunta importante porque revela claramente cómo la Argentina fue decayendo desde 1930 en adelante. Es como un tobogán ondulante. La Argentina empezó a tolerar muchas cosas. En la época de la dictadura se decía "por algo será". O "roban pero hacen" después. Acuérdense que Barrionuevo dijo que "hay que dejar de robar por dos años". La Argentina tolera eso. Hubo una gran inmoralidad en todos los rubros kirchneristas, en donde los anhelos de justicia social, los subsidios, todo estaba siempre provisto de un retorno inmoral. Fue como si nos hubiera asaltado una banda muy preparada, peor que los piratas.

"Pasar por el kirchnerismo fue como si nos hubiera asaltado una banda muy preparada, peor que los piratas"

—En la última dictadura la gente no prestaba atención por los desaparecidos. El elemento negador. ¿Será que no se le presta atención cuando se produce crecimiento económico y luego cuando se agota la situación pasa a ser intolerable?
—El ser humano tiene a los dos: dios y diablo. La sociedad está compuesta por estos dos seres. No hay sociedades perfectas, habrá algunas que funcionan mejor y otras peor. De modo que no se puede determinar por dónde va un país y por dónde va otro. Es muy difícil de predecir.

—Oriento la pregunta hacia los intelectuales. ¿Ellos no tendrían la posibilidad de ser anticíclicos en momentos en que la mayoría es tolerante?
—Por un lado están los intelectuales, independientes y con pensamiento riguroso. Son una minoría, que a su vez está dividida. Están los sumisos, en el hitlerismo había intelectuales de altísimo nivel, lo mismo con Stalin, pero terminaban en gulags. No podemos separarlos, son seres humanos. Somos imperfectos. Estamos habitados por dios y el diablo. (...) Pero no hay que forzar la razón, eso es racionalizar. Es una falsa razón. Una persona más formada también tiene más capacidad para autoengañarse y autoengañar.

—Dijiste que Néstor Kirchner era superior a Calígula y Nerón. Tal vez ser un novelista te permite utilizar terminología que llama la atención de quien lee.
—Te confieso que no estoy feliz con esa expresión. No es lo que mejor me representa a mí o a mi pensamiento. Lo que ocurre es que muchas veces los periodistas te quieren sacar el título... Lo que sí dije es que Hebe de Bonafini es despreciable. Es objetivo. Robó dinero, gritó "turro" al presidente de la Corte Suprema, se llevó con ella a Felisa Miceli luego de la bolsa con dinero... No tiene respaldo moral.
Respecto de Estela de Carlotto, le propuse que apoye la lucha de la médica Hilda Molina, quien desde Cuba pedía poder viajar a Argentina para conocer a su nieto. Cuando se lo dije, se dio vuelta, me dio la espalda. Yo quedé paralizado. Es una mujer indigna. Es una hipócrita. Por esto dije lo que dije de ella.

"Bonafini es despreciable y Carlotto es indigna e hipócrita"

—Por último, si como psicoanalista, estás por atender un paciente y tenés que clasificarlo. El paciente se llama Marcos Aguinis. ¿Cómo lo calificarías psicoanalíticamente?
—Tengo cierta bipolaridad porque alterno períodos de alegría y felicidad con momentos de tristezas y angustias. Me gusta, a la vez, la ciencia y el arte. El científico no es artista por lo general. Pero yo tengo los dos perfiles y los alterno. Hay algunos momentos en que predomina uno sobre otro. No me gusta discutir en forma vana. Me desagrada. No me gusta discutir ni con mi esposa, ella me gana siempre. Soy tímido. Me encontré con amigos de la infancia que, tras leer mi libro, me dijeron sobre los amores que tuve: 'al final no fuiste tan santito'. Es cierto, pero no me arrepiento (risas).