SOCIEDAD
Sobreviven con temperaturas de 80 bajo cero

Odisea de catorce científicos en la Antártida

La labor de los investigadores que residen en el continente blanco se torna imposible con vientos de hasta 200 kilómetros por hora y temperaturas que hielan la sangre. La vida en uno de los medios más hostiles del mundo.

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En la base franco italiana de Concordia tambin desarrolla sus tareas el Laboratorio de Astrofsica. | AFP

Concordia – Con fríos que descienden hasta 80 grados bajo cero en la base franco-italiana de Concordia y vientos que sobrepasan los 200 kilómetros por hora en la estación francesa de Dumont d’Urville, el trabajo invernal de técnicos y científicos en el continente blanco es todo un desafío.

“Vigilancia” es la palabra clave para pasar el invierno sano y salvo en la base Concordia, situada sobre el Domo C, a más de 1.000 kilómetros de la costa. Los 14 “náufragos” voluntarios abandonados este invierno sobre este islote del inmenso casquete glaciar saben que nadie podrá acercarse a ellos durante nueve meses.

“Hace falta ser precavido”
, resume Claire Le Calvez, la supervisora técnica de la base, que efectúa una nueva misión para el Instituto Polar francés Paul Emile Victor. “Se producen pocos accidentes de trabajo”, recuerda la mujer, quizás porque las reglas de seguridad en Concordia son sumamente estrictas.

Cada vez que una persona se ausenta, por su trabajo o simplemente para pasear, tiene que ir acompañada de otra. Y ambas deben prevenir por radio al principio y fin de su salida. De hecho, alejarse más de 750 metros de la estación está prohibido.

El hecho de recoger datos científicos en el exterior –para labores de astronomía, meteoritos, meteorología– o realizar tareas técnicas impone, a causa del frío, numerosos obstáculos. La ropa es voluminosa, las protecciones del rostro para evitar heladas dificultan la respiración. Y toda actividad requiere un esfuerzo enorme debido a la altitud, unos 3.200 metros.

Los guantes protegen las manos, pero hay que quitárselos para recoger los objetos pequeños, lo que daña las uñas. Los lentes de contacto también están prohibidos y las gafas pueden provocar quemaduras en contacto con la piel.

En la estación costera de Dumont d’Urville, la gente no se queja tanto del frío, que de todos modos llega a 40 grados bajo cero. “Lo más desagradable es el viento”, afirma Jonathan Zaccharia, con una experiencia de catorce meses en este lugar y con salidas regulares para tomar medidas atmosféricas.

La estación de Dumont d’Urville está plenamente expuesta a masas de aire frías, que circulan a más de 200 kilómetros desde lo alto de los casquetes hasta la costa. “A veces te podés perder a 200 metros de un edificio porque no se distingue el cielo de la tierra”, explica Emilie Beaudon, para quien no es el primer invierno en la estación.

“El viento procede del continente y es posible intuir su dirección, aunque el peligro proviene de un agujero de foca en el hielo y una caída al resbalar sobre la nieve”, sostiene la investigadora.

Inclusive, todas aquellas personas que trabajan fuera de la base deben llevar consigo una radio para contactarse con el Grupo de Intervención Exterior y su médico en caso de emergencia. Y todos los que pasan el invierno aquí se ven obligados a recibir formación de socorrista y de bombero.

La doctora Ariane Richasse, que ha pasado catorce meses en la base Concordia, tuvo cinco fracturas, entre ellas una pierna, mano y tobillo. En estas estaciones polares, un accidente puede ser trágico. “Salvar a un herido de la Estación Espacial Internacional se hace rápidamente, pero aquí no es posible durante nueve meses”, compara otro doctor, Yvan Lévy.

Por su parte, los miembros de la expedición que acceden a la base tienen que vivir en autarquía durante todo el transcurso del camino, con desplazamientos con motor durante once horas al día para recorrer solamente de 100 a 160 kilómetros.

Fuente: AFP

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