Una “mejoría asombrosa” y un “premio de Dios”. Así definía el médico cirujano cordobés Vicente Montenegro la recuperación de Nicolás Flores, el joven de 16 años que salvó su vida de “milagro”, y por quien desde hoy José Gabriel del Rosario Brochero, más conocido como el “cura gaucho”, se convirtió en el Vaticano en el primer santo argentino.
Montenegro fue el cirujano que operó a Nicolás en 2000, cuando llegó al hospital con menos de un año, luego de haber sufrido un accidente de tránsito que lo dejó al borde de la muerte. Allí, entre otras cosas, perdió gran parte de masa encefálica, tuvo paros cardiorrespiratorios y, tras varias operaciones, los médicos creyeron que no volvería a hablar, caminar ni ver nunca más. Pero nada de eso ocurrió, y su familia siempre lo atribuyó a que le rezaron al cura Brochero, de quien sus padres son devotos.
“Hay casos difíciles, y éste era uno de los más graves: era un niño de diez meses que tenía una hemorragia cerebral, con pérdida de masa encefálica, y que venía perdiendo sangre desde hacía dos horas. Eso es casi incompatible con la vida”, recuerda Montenegro, consultado por PERFIL. Para él, en aquel entonces, su recuperación era “una en mil”, y no duda en atribuirla a un milagro.
Junto a Carlos Rezzonico, pediatra cordobés que ofició de perito en el proceso que llevó a Brochero a la canonización –y que determinó que la recuperación fue algo “inexplicable”–, Montenegro compareció en 2013 ante la Junta Médica del Vaticano, donde relató cómo fueron los hechos. Al día de hoy, sigue siendo médico de Flores, quien contra todos los pronósticos, y pese a algunos problemas motores, es un adolescente normal, que va a la escuela y hasta juega a la pelota cuando termina con las sesiones de kinesiología, con la camiseta de River.
“Al principio era como un ‘niño de trapo’, no respondía a ningún estímulo”, recordaba esta semana ante AFP Sandra, la madre de Nicolás. Tanto ella como su marido, Osvaldo, son devotos de Brochero: se casaron en su parroquia y allí bautizaron a su único hijo, quien con nervios declaraba sentir “hormiguitas en la panza cuando toda la gente me va a ver”.
Todos ellos viajaron al Vaticano para participar hoy de la canonización. Pero su recuperación, “inexplicable” para la medicina, no fue el único caso que llevó al cura “con olor a oveja” –como lo definió el Papa Francisco– a convertirse en santo. El otro fue el de Camila, una joven sanjuanina que a los 9 años sufrió una golpiza en su casa que la dejó en coma y con daños cerebrales supuestamente irreversibles. Su abuela, también devota de Brochero, fue quien rezó por su recuperación.
Ceremonia con vigilia. La provincia de Córdoba estuvo revolucionada ante la llegada de miles de personas, y desde ayer muchos jóvenes iniciaron una vigilia esperando las transmisiones del Vaticano, que empezaron hoy a las 5 de la mañana hora local (10.15 en Italia), desde la Plaza de San Pedro, donde el papa Francisco ofició la celebración de canonización, frente a miles de fieles; entre ellos, varios orgullosos cordobeses.
Producción: Omar Millalonco.