La historia de Capitán, un perro mestizo con rasgos de pastor alemán, no es la de una mascota cualquiera. Desde que su amo murió, vive con él en el cementerio.
En marzo de 2006, cuando murió su dueño, Miguel, Capitán decidió abandonar la casa donde vivía, en la ciudad cordobesa de Villa Carlos Paz, según informó La Voz.
El perro se fue sin rumbo cierto ante la inaceptable ausencia de su amo. Al tiempo volvió, olfateó cada rincón y se fue. “Se quedó un tiempo viviendo afuera, a unos metros, a mitad de cuadra de la casa”, cuenta Verónica, la viuda de Miguel.
Al ver que no regresaba, Verónica y su hijo, Damián, lo pensaron muerto o adoptado por otra familia.
Sin embargo, su destino no había sido ninguno de los que ellos pudieran imaginar: “Cuando fuimos con mi hijo al cementerio, lo encontramos ahí. Damián comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara”, relató Verónica al diario argentino.
Cuando ya era tiempo de regresar a casa, ambos quisieron recuperar a Capitán con la idea que volviera al calor y la seguridad del hogar. Pero tras varios intentos frustrados de arrastrarlo hacia el hogar, aceptaron su deseo. Capitán se quedó en el cementerio, con Miguel.
Nadie aún se explica cómo, si Miguel murió en el hospital de Carlos Paz y su cuerpo fue trasladado desde allí a una casa velatoria, muy lejos de su vivienda, el perro supo dónde descansaban los restos de su dueño. Según el relato de la familia, ni ese día ni ningún otro el perro los siguió hasta el cementerio.