SOCIEDAD
Cuatro casos que no fueron juzgados

Piden que los delitos de abuso en la infancia no tengan vencimiento

Sufrieron de niñas y, cuando denunciaron, les dijeron que las causas ya estaban prescriptas. Agrupadas, buscan tener "juicios de la verdad". Video

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Juntas. El martes es el día internacional de las víctimas de abuso sexual en la infancia. Harán una concientización. | gza. escritura cronica

“¿Sabés por qué tenemos el pañuelo rojo? Porque somos las caperucitas que no nos comemos el cuento”, exclama Andrea Mila, militante de la campaña contra la prescripción de los delitos de violencia sexual del colectivo Yo Sí Te Creo, cuyo símbolo de lucha son los pañuelos rojos. El cuento, en este caso, es que esta clase de delitos no prescriban.

Por eso, reclaman que lo que les pasó a ellas –y a otros– no tenga vencimiento. Andrea sufrió abusos por parte de su hermano mayor desde los 6 años hasta los 13. Ahora tiene 34 años. En la adolescencia, con su despertar sexual, comenzó a recordar e hizo la denuncia. Tiempo después, el abusador se suicidó. “Recordarlo, decirlo y denunciarlo no fue un proceso sencillo. Y cuando llegamos a la Justicia nos encontramos con un vacío legal”, detalla Andrea.

El próximo martes, Día Mundial de la Prevención del Abuso Sexual en las Infancias, convocan a una jornada de concientización en la Plaza del Congreso desde las 16, con intervenciones artísticas, bandas, artivismo, feria, serigrafía en vivo, talleres, conversatorios y espacio para chicos.

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“Hay mucha confusión: se cree que las causas no prescriben en Argentina, pero no es así. Si bien te reciben las denuncias, lo que es una obligación, te dicen que las denuncias ya prescribieron y no tienen curso, es decir, no se investiga y en consecuencia no se sanciona el delito”, asegura la abogada del colectivo, Sol Quiroga, abusada por la pareja de su mamá cuando tenía 5 años.

Antes de 2011, las víctimas tenían un plazo de hasta 12 años para denunciar un caso de abuso sexual. Ese año se sancionó la ley 26.705, conocida como Ley Piazza, que suspendía ese plazo hasta que las víctimas cumplieran 18 años, mayoría de edad, teniendo como plazo máximo los 30 años para denunciar.

En 2015 se sancionó la ley 27.206, llamada en un principio Ley de Imprescriptibilidad y luego Ley de Respeto de los Tiempos de la Víctima, cuando se entendió que no producía esos efectos. Si bien esta ley fue un gran avance porque removió los plazos, solo resulta aplicable a los delitos de violencia sexual cometidos luego de 2015, año en el que entró en vigencia.

“A mí, directamente, cuando el 3 de junio de 2016, durante una marcha de Ni Una Menos, fui a la Fiscalía de Género de San Isidro, ni me recibieron la causa, cuando vieron que había pasado hacía 29 años el hecho, me dijeron que estaba prescripta”, cuenta Nadia Dagnino. Ella fue abusada cuando tenía 6 años (ahora tiene 38) por dos vecinos del barrio, en San Isidro, que en ese entonces eran adolescentes: “Hoy uno es un ex gendarme y el otro es un reconocido periodista. Lo que pasa es que tienen mucha protección”.

Animarse a contar. Tener en cuenta el paso del tiempo es primordial en estos casos. Vencer los mecanismos de defensa de la memoria puede llevar años. La psicóloga María Blanco, que trabaja con sobrevivientes de abuso sexual en la infancia y la adolescencia desde hace veinte años, explica: “Suele haber disociación, represión, racionalización. Puede ser que se reactive el recuerdo que estaba totalmente dormido, o que siempre lo recordó pero no quiso hacerlo totalmente consciente. La mayoría de los casos son situaciones intrafamiliares. Pero cuando aparecen, es momento de reparar, ya sea haciendo la denuncia o con tratamientos”.

“Cuando lo hablé por primera vez, desde mi entorno me dijeron que era muy tarde. Por eso, siento muy en el corazón esta lucha y digo ‘sin vencimiento’”, aclama Cynthia García (35), víctima de abusos del hermano del esposo de una tía, a quien ella llamaba “tío”, desde los 8 hasta los 11 años, hasta que lo contó en el colegio.

“Cuando apenas tenía 4 años, mi padrastro tomó mi cuerpo para saciar su sexualidad. Cuando denuncié, la Justicia me dijo que estaba vencida, que estaba prescripta”, eso explica Victoria Acebedo, quien en 1993 fue abusada –ella tenía 3 años y su hermana Paula, también víctima, 6– por el novio de su mamá. Ellas denunciaron en 2015, cuando ya habían cumplido más de 30 años, y les dijeron que estaban prescriptas y sobreseyeron al acusado. Contra esta resolución presentaron recursos de casación tanto el fiscal como las abogadas.

A fines de 2018, uno de los jueces de la Sala III de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional, Pablo Jantus, votó en disidencia: interpretó la prescripción teniendo en cuenta los convenios y tratados internacionales. Consideró que al momento de ocurrir los hechos denunciados, Argentina ya había firmado la Convención Americana de Derechos Humanos (en 1984) y la Convención sobre Derechos del Niño (en 1990), que, asegura, tienen jerarquía superior al Código Penal, y les otorgó así la posibilidad de acceder a un “juicio de la verdad” que permitiera investigar los hechos. “Estos son importantes para las víctimas porque el Estado tiene que tomar alguna responsabilidad. Las leyes de la prescripción lo que logran es impunidad. Los abusadores cuentan con esa impunidad y se benefician por el daño que producen por los años que suceden”, agrega la abogada de Nadia Dagnino, Gabriela Conder.

 “No deberíamos tener fechas límite. Pedimos que nuestros delitos sean considerados de lesa humanidad y así no prescriban”, asegura con convicción Andrea Mila.

 

En primera persona

Andrea Mila. Su hermano abusó de ella entre sus 6 y 13 años. “Recordarlo, decirlo y denunciarlo no es sencillo”.

Nadia Dagnino. Fue abusada cuando tenía 6 años por dos vecinos en San Isidro. “Ni siquiera me tomaron la denuncia”, dice.

Cynthia García. “Siento muy en el corazón esta lucha y digo ‘sin vencimiento’”, afirma la joven, abusada por un tío postizo.

Victoria Acebedo. Fue abusada, con su hermana, por el novio de su mamá, cuando tenían 3 y 6 años. Fueron dos años de horror.