Hasta hoy, son 1130 los muertos en accidentes de tránsito en el país, según el contador de muertos de Perfil.com. Por cada uno de esos decesos, otras tres personas sufren una discapacidad permanente, 75 una discapacidad temporal, y 500 resultan heridas. Las secuelas que reciben no son sólo físicas sino también psicológicas y emocionales, que afectan tanto a las víctimas como a sus familiares.
El dato se desprende de un informe del Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito, publicado hoy por el diario La Nación, que asegura que en el primer semestre de 2007 se registraron unos 45.106 lesionados por accidentes de tránsito en zonas urbanas y rurales, 4712 de ellos graves y 40.394 leves.
"Tenemos cifras mucho más altas que en los países desarrollados: dos veces más altas que en los Estados Unidos y hasta cuatro veces más altas que en el Reino Unido y Suecia", dijo a La Nación el doctor Jorge Neira, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía del Trauma, quien agregó que "vemos que las tasas de lesiones no sólo no bajan, sino que están aumentando y que en los últimos 15 años no ha habido estrategia alguna para reducirlas".
Las lesiones leves, según el registro, son aquellas que sólo requieren de tratamiento ambulatorio, mientras que las graves incluyen hospitalización con seguimiento, suturas, uso de yesos u ortopedia y otras asistencias de alta complejidad. Cubren, además, desde fracturas hasta hemiplejias, cuadriplejias y deterioros cognitivos por golpes en la cabeza.
"En una persona que queda con paraplejia o hemiplejia, que son lesiones típicas de un choque, el daño psicológico y emocional es enorme: pierden la carrera, no pueden seguir haciendo la vida normal y esto también altera profundamente al grupo familiar, que en muchos casos queda sin sustento", explicó la licenciada en psicología María Cristina Isoba.
"Son daños que no están medidos cuantitativa ni cualitativamente", concluyó Isoba, que es también directora de investigación y educación vial de la asociación civil Luchemos por la Vida.