“Hace cuatro años, recibíamos 161 cruceros por temporada, más de medio millón de personas. Para esta temporada que está por empezar, recibiremos casi la mitad: serán sólo 81 cruceros. Tenemos que ganar ese terreno perdido ante Brasil, Uruguay y Chile”. Quien dice esto es Gonzalo Mórtola, flamante interventor del Puerto de Buenos Aires, que pretende “revertir las malas políticas anteriores” en medio de un ida y vuelta que, a pesar del cambio de autoridades en el gobierno nacional, aún no se concretó: el traspaso del manejo y administración de la terminal portuaria de la Nación a la Ciudad (ver aparte).
“Este puerto es requerido en la región y en el mundo, pero tiene una forma antigua. La idea es que funcione y resulte competitivo. La capacidad del puerto se la da la rotación y ésta se consigue con mayor tecnología”, agrega Mórtola.
Entre los planes que se pusieron en práctica desde el edificio de Huergo y Belgrano se destaca la reducción en las tarifas de migraciones que pagan los turistas cuando llegan al país. Antes se cobraban US$ 14 por pasajero cada vez que un barco amarraba en algunos de los puertos argentinos en su recalada. Ahora, la idea es cobrar esa tarifa sólo una vez por itinerario. Otra medida que se tomó apunta a que las navieras puedan solicitar turnos de amarre con cuatro años de anticipación, tal como ocurre en los principales puertos del mundo. Para mejorar la atención de los pasajeros, en tanto, la idea es limitar el arribo a 13 mil personas por día.
RenovaciЧn. Durante el primer bimestre de 2017, además, se lanzará una licitación internacional que apunta a hacer obras para modernizar la infraestructura de las terminales y su entorno: planean trabajar sólo con dos terminales de las tres que existen actualmente, y mejorar así la competitividad del puerto. Con estas licitaciones se espera, al menos, una inversión directa de entre 800 y mil millones de dólares a partir del próximo año.
Otra circunstancia que juega en contra de esta industria es el alto costo operacional que deben pagar los barcos cada vez que amarran en la terminal Quinquela Martín. De acuerdo con datos del sector, cada barco que llega a Buenos Aires debe pagar unos US$ 520 mil, mientras que en el puerto de Sydney abonan alrededor de la mitad, y en Montevideo, unos US$ 60 mil.
Desde el sector de agencias de viajes, en tanto, señalan que más allá de los planes que impulsa la AGP, las empresas navieras deberían acompañar con mejores promociones. “La idea es que las compañías de cruceros fomenten el descenso de los turistas con mejores precios en los city tours o shows que ofrecen para conocer la Ciudad”, dicen.
Polémica por un traspaso que aún no se concreta
El traspaso del puerto de Nación a la Ciudad es una asignatura pendiente que se arrastra desde 1992, cuando se aprobó la ley 24.093, que estipula que la explotación y administración de los puertos del país corresponde a los gobiernos provinciales. Desde ambas administraciones, en tanto, señalan que están trabajando en conjunto para lograr tal cometido. El Ministerio de Transporte nacional, a cargo de Guillermo Dietrich, creó el Consejo Federal Portuario, pero aún no hay cambios. “El retraso resulta injustificable: la Ciudad tiene un área denominada Sociedad Administradora del Puerto, que hasta ahora mostró escasos resultados. Si la relación entre el puerto y la Ciudad sigue a la deriva, ya no sería tanto por intereses contrapuestos entre distritos y poderes sino más bien por la poca eficiencia del área responsable”, dice el diputado Hernán Rossi (Suma+ ECO).