Su discurso llegó sobre el final de la sesión, luego de largas horas de debate y apenas unos minutos antes de la votación que le otorgó media sanción a la ley. Con voz quebrada pero lleno de convicción, el diputado socialista por la provincia de Buenos Aires Ricardo Cuccovillo adelantó su voto llevando su argumentación a un terreno personal. “Tengo tres hijos: dos varones y una mujer. Uno de mis hijos varones es gay, un ser humano que yo considero que tiene igualdad de derechos y de sentimientos que el resto”, expresó ante un recinto que lo seguía en silencio.
Desde las gradas, su hijo Marcos, escuchaba emocionado el alegato. “La verdad es que me tomó por sorpresa, porque pensé que papá se quedaba afuera de la lista de oradores por la hora que era”, recordó este militante por el reconocimiento de la diversidad sexual, de 32 años. “No sabía qué iba a decir, aunque más o menos lo intuía porque es su realidad, es lo que vivimos todos como familia en lo cotidiano y él es un hombre de convicciones. Sentí un orgullo impresionante al oírlo y se me puso la piel de gallina.”
—¿En qué momento pudiste hablar con tu papá sobre tu orientación sexual?
Marcos Cuccovilo: Fue en una charla que tuvimos cuando tenía entre 19 y 20 años. Mi padre fue la primera persona de mi familia con la que hablé. Y cuando lo hice me di cuenta de que había perdido mucho tiempo encerrado en ese closet, del que tendría que haber salido mucho antes. Fue como otra vida.
—Tienen una relación de mucha confianza, ¿no?
MC: Sí, inconscientemente siempre supe que contaba con el apoyo de mi familia, pero no sabía cómo afrontar lo que la sociedad mi imponía. Era como que ellos trataban de abrir la puerta de mi closet y yo estaba adentro sosteniéndola, hasta que la solté y ellos me ayudaron a salir.
Ricardo Cuccovillo: La verdad es que sentí un poco de culpa por no haber abierto los ojos antes, porque el ser humano siempre manda señales. Quizá Marcos se hubiese aliviado de llevar una carga muy pesada, de tener que tapar cosas y de esconderse si hubiéramos hablado antes. El niño discriminado por judío o por negro es discriminado por la sociedad, pero va a su casa y tiene cariño, puede llorar y reflexionar con sus padres y sus hermanos. El hijo homosexual, en cambio, no siempre puede hacerlo, entonces todo lo que sufre lo tiene que llorar en el baño. Está peor en ese sentido.
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