¿Cómo será el mundo en los próximos diez o veinte años? ¿Cuáles serán las nuevas reglas de juego y cómo deberán adaptarse las sociedades? Con la premisa de debatir ideas y proponer escenarios posibles, expertos de ámbitos diversos como la ciencia, la literatura, la agronomía, la economía y la filosofía se juntaron para “pensar el futuro” y entender cómo la tecnología nos seguirá cambiando la vida. Todos fueron oradores en una charla TEDxRíodelaPlataSalón, exclusiva para sus organizadores, de la que participó PERFIL.
Desde cerebros interconectados y plantas pensadas a medida hasta nuevos conceptos en los usos de la información, el tiempo, los libros y hasta las ideologías, las ideas fluyeron a lo largo de las casi tres horas que duró el encuentro.
“Imagínense que le pueden meter un chip a su cerebro y que ahora saben algo que antes no sabían”, expuso Melina Furman, bióloga y educadora, quien invitó a pensar en la posibilidad de cerebros “en red” –algo que ya se experimentó en animales–, que permitirían que, mientras un cerebro aprende algo, se lo pase al otro en tiempo real.
En ese contexto, se pregunta cuál será el rol que tendrá que ocupar la educación en el futuro: “Cuando podamos agregar memoria externa a nuestro cerebro, o que otro cerebro nos pase información, habrá que reinventar la educación y aprender a construir sentido”, sostiene.
En la misma línea, Marcelo Rinesi, científico de datos, agrega que, en un mundo donde la información va a estar cada vez más disponible, será importante tomar conciencia de que somos “billonarios en conocimiento y capacidad de procesamiento”, para comprobar cuánta información –o poder– les damos a las máquinas.
Adquirir conocimiento en forma permanente y no como algo automático es un punto sobre el que los expertos vuelven en cada área: “Como docente de Filosofía, me costaba mucho trabajar con alumnos en el aula porque nadie apostaba al deseo de saber, algo que parece ligado a lo que sucede cuando termina la escuela. Ese placer por el conocimiento resulta clave”, dice Darío Sztajnszrajber.
Sebastián Campanario, periodista y economista, agrega que “lo que sabemos no es definitivo y hay que seguir aprendiendo todo el tiempo, en colaboración, y luchando contra un sesgo muy argentino, que es la ansiedad: un enorme enemigo de cualquier proceso de innovación y creatividad”.
Del campo al laboratorio. Para Gustavo Grobocopatel, CEO del grupo Los Grobo, la tecnología también tendrá un impacto profundo en el campo, donde en unos años podremos hablar y pensar las plantas como “fábricas”: esto es, diseñadas a partir de los avances que ya se tienen en vida artificial para generarlas en base a intereses cada vez más específicos.
“Estamos haciendo un mundo que no es sólo de personas, y se trata de un experimento único: una sociedad donde parte del poder lo tienen mentes que no son humanas”, agrega Rinesi.
Santiago Bilinkis, emprendedor y tecnólogo, se pregunta cómo usaríamos nuestro tiempo si en los próximos años el software reemplaza gran parte de los trabajos que hoy realizamos, sin que eso signifique recaer en el desempleo. “Hoy estamos atrapados en una rueda de consumo, donde trabajamos para tener ingresos y consumir, y donde se discute tener ingresos por el solo hecho de existir, pese a que ya sabemos que los bienes no hacen la felicidad. La clave es pensar la separación entre ingreso y trabajo”.
Nuevos soportes. Y si bien parece que la tecnología podría venir a romper con todo lo que conocemos, desde la literatura, la escritora Anna Kazumi-Stahl pone de ejemplo cómo Japón, donde la literatura por celular logró hacerse un lugar, volvió a traer ciertas prácticas de sus orígenes: la lectura en serie, y en grupo, gracias a la interacción que permiten estos dispositivos, donde además escritores y usuarios pueden conectarse.
“No veo los libros amenazados por la tecnología, al revés: permiten nuevas formas de escritura y lectura, y generan una interacción muy interesante”, cuenta.
En un mundo donde la información va a estar cada vez más disponible, será importante “educar a la gente con la mayor capacidad cognitiva posible y un sólido entendimiento del mundo y de sus posibilidades”, aporta el científico Rinesi. “Hoy casi no hay conocimiento que no puedas adquirir online, o actividad en la que no haya software que pueda hacerte muchísimo mejor. Sabemos todo esto, pero vivimos casi como si no fuese cierto”, dice.