El gas pimienta y la picana eléctrica lograron trascendencia como armas no convencionales para combatir la inseguridad. Sin embargo, en manos equivocadas puede desatar el caos que se vivió, en plena hora pico, en la estación Pueyrredón de la línea D de subte, que fue interrumpida durante más de treinta minutos por un “procedimiento policial”.
Ni bien sonó la señal de las puertas, un hombre le lanzó gas pimienta a un grupo de personas que compartían el segundo vagón. Ante los gritos, la incertidumbre rápidamente se expandió al resto de la formación.
Ni bien se produjo la confusa situación, los pasajeros imaginaron que algo se había incendiado. “Vimos a las personas tratando de tomar aire, como ahogadas, y pensamos que se estaba prendiendo fuego algo”, manifestó un usuario de la línea D.
Los pasajeros agredidos entre “desesperados y ahogados” comenzaron a golpear las puertas hasta que accionaron el botón de emergencia para que se abran las puertas. Un remolino de gente, entonces, rodeó al agresor pidiéndole explicaciones a los empujones. “Hubo golpes parecía que lo iban a linchar”, describió un pasajero del vagón afectado.
Sin embargo, el sujeto de aproximadamente 35 años intentaba sacárselos de encima con un grito desenfrenado: “Quiero volver a mi casa, estoy cansado”. En medio de las escaramuzas, logró abrirse paso y se dirigió al piso superior, donde habría sido arrestado.
La confusión y el pánico del comienzo se habían desvanecido y un hombre, al pasar, aportó una definición contundente: "Si no nos demora el mal servicio, es por un enfermito".