No todos los días se ve a Carlos Avila lucir un saco de pana azul brilloso y corbata haciendo juego, o a Nelly Arrieta con una cartera en forma de sandía y "detalles frutales"–banana, uvas y ananá– en su vestido de Bogani que competían con su collar y aros de topacios y brillantes; o a Alberto Rodríguez Saá bailando el twist y esquivando diplomáticamente los lances de un par de señoras de pasadas cuatro décadas. Pero la cena anual de la Fundación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes demostró, una vez más, que todo lo puede.
La "kitsch fest" en el Roof Garden del hotel Alvear aportó –con la ambientación de Gloria César– la estética propia de esa corriente artística, capaz de combinar las expresiones más pretenciosas y exageradas con lo anticuado y hasta limitando con el mal gusto. Como no podía ser de otra manera, Nelly fue la encargada de ultimar cada detalle, e incluso algunos aseguraban que de una vez por todas ésta tiene que llamarse "la fiesta de Nelly", teniendo en cuenta la cantidad de familiares que asisten –y trabajan en la organización– y que finalmente es ella el alma máter de la celebración. De sus hijos, esta vez sólo estuvo ausente Santiago, ya que su mujer Carolina está por dar a luz a su quinto hijo.
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